Recuerda
1945. 111 min. Estados Unidos. Director: Alfred Hitchcock. Reparto: Ingrid Bergman, Gregory Peck, Michael Chekhov, Leo G. Carroll, Rhonda Fleming,John Emery, Norman Lloyd, Bill Goodwin. Intriga. Sala: Bonifaz. Filmoteca de Cantabria. Esta semana
El talento, la construcción narrativa y algo tan notorio como inasible como el genio lograron que la película más arriesgada del maestro Hitchcock fuera, como casi siempre en él, otra cosa, entre virtuosa, diferente y muchas veces sublime. Con ‘Recuerda’, donde el psicoanálisis, los sueños, lo simbólico y los tópicos acampan a sus anchas, cualquier otro hubiera salido malparado y magullado. Pero el cineasta de ‘Rebeca’ juega consigo mismo y con el espectador, se sirve de Dalí para crear iconos y mundos oníricos que nunca llegan a superar su apego por el relato puro y duro, y revienta el amor y la muerte con una relación convulsa cubierta de esa pátina irónica que solo el cineasta sabía imprimir para hacer de las cosas pequeñas algo muy grande, y viceversa.
En este centenario, cualquier excusa es buena para volver a Ingrid Bergman, una mujer y una actriz fundidas en una epifanía visual brutal, rotunda inconfundible, que deja rastros de personalidad en cada aparición. Lo cierto es que frente al artificio y los lugares comunes, la historia de amor, bien afilada por los actores, y sublimada por Hitchcock, el filme revela más que nunca la importancia de contar y saber contar.
La redención, el sentimiento de culpabilidad, la amnesia y los miedos primarios serían en otros casos una salsa indigesta. Aquí el cineasta de ‘Los pájaros’ empapa a los personajes y, con ellos a los espectadores, de un magma de sensaciones que confluyen en una sentencia nada frívola: «Las mujeres son las mejores psicoanalistas hasta que se enamoran. Entonces se convierten en las mejores pacientes».
Hay una fascinación (al cabo el título original) en ese vínculo entre psiquiatras. Se ha hablado de que la grandiosa actriz rechazaba el papel porque consideraba poco creíble su relación con Gregory Peck; y también ha dominado esa estrecha visión de considerar a ‘Recuerda’ una obra menor en el cineasta británico. Pero esa mezcla tan peculiar de intriga, violencia contenida, enigma y obsesión construye otro thriller donde el falso culpable, la sombra de Freud y esa manera de abordar el amor entre la ironía y la desesperación revelan un constante juego. La materia prima del cineasta está plenamente viva. Las escaleras, la navaja de afeitar, el vaso, la línea difusa entre la cordura y la locura son constante vitales de un filme que vuelve a dejar una intensa historia de amor con uno de los mejores besos de la historia.
Para el maestro todo es un gran guiñol, quizás como la propia vida, en el que el juego, el sueño y la realidad colisionan y se necesitan como contrarios y complementarios. El propio cineasta pasaba de puntillas por ‘Recuerda’, pero en muchas de sus imágenes no solo reside su talento en estado puro, sino una mirada sobre la vida con ese encanto Pec