Requisitos para ser una persona normal
España, 2015. Comedia. Directora: Leticia Dolera. Guión: Leticia Dolera. Protagonistas: Leticia Dolera, Manuel Burque, David Verdaguer, Núria Gago, Carmen Machi, Alexandra Jiménez, Silvia Munt . Salas: Peñacastillo y Cinesa
Bajo la apariencia de dulce caramelo naif esta comedia resultona esconde algunas bombas de relojería. Uno se deshace del envoltorio y empieza encontrarse con capas y capas de ironía, algún desgarro y un detonador que aunque nunca llegue a la explosión siembra el camino de minas. Leticia Dolera se hace un selfie juguetón, lúdico y fresco al que solo le estorba el abuso protagonista musical y ciertos subrayados de estilo, por otra parte lógicos en una ópera prima.
‘Requisitos para ser una persona normal’ es un juguete con chica pizpireta y gordo pelirrojo dentro y decorados de Ikea al fondo, que nos restriega muchas verdades por la cara y huye con delicioso encanto de los estereotipos, lugares comunes y compartimentos estancos. Dolera se mira al espejo, y nosotros con ella, y apunta los mandamientos sociales y hace los deberes para desnudar con una sinceridad alada esas mentiras oficiales instaladas en lo cotidiano. Es una comedia antisistema emocional que busca apagar y encender la realidad para tomar perspectiva de uno mismo y de los demás. Y lo hace con uno de esos formatos sencillos, como unos apuntes de clase bien ordenados, como un diario necesitado de confesión, al que le faltasen las únicas hojas que hablan de uno. A Dolera, que ha escrito, dirigido y protagonizado el filme, se le notan las costuras de sus trabajos de cortometrajista y sus gustos personales con una ambientación que a veces se acerca al Rohmer de ‘El amigo de mi amiga’, esa especial querencia por la arquitectura urbana y por hacer dialogar a sus personajes con el entorno mediante un naturalismo nada afectado. Simplicidad pero también cierta vocación de innovación formal aunque con la etiqueta de indie demasiado colgada de los fotogramas.
Una cinta que recuerda en ocasiones al primer Hart Hatley, a Anderson, a ‘Amelie’, o a algunos modismos en el trato de los personajes de Isabel Coixet. En su caso Leticia Dolera persigue un poso generacional, el de los treintañeros perdidos entre las secciones para uniformarse de Ikea, en la necesidad de reírse de uno mismo, en el higiénico ejercicio del inconformismo. Pero donde reside la fuerza y el sello de esta insólita incursión neófita en un panorama cinematográfico demasiado estancado y uniforme, estriba en el elogio de la diferencia que define y reivindica ‘Requisitos…’.
Dolera mira de frente y a los lados y decide inventariar esas cosas que nos hacen diferentes. La cosmología pop, el colorido, el cuidado y a veces exceso de diseño de libro resulta en el fondo un acicate para ver/verse en esta comedia romántica, saltarina, religiosamente suya, de seria comicidad y simpático encantamiento. Un filme que muerde desde su extraña dulzura y que provoca cosquilleo en la mirada. Una obra que augura futuro a su actriz directora. Una historia para hacer pasar lista a nuestras formas de nombrar el mundo cotidiano. Como ese poema de Elena Medel: «He apagado las luces para no detenerme»