El capital humano
2014 109 min. Italia Director: Paolo Virzì Reparto: Valeria Bruni Tedeschi, Fabrizio Bentivoglio, Valeria Golino, Fabrizio Gifuni, Luigi Lo Cascio, Giovanni Anzaldo, Matilde Gioli. Drama. Sala: Los Ángeles. De miércoles a domingo.
El hambre y las ganas de comer se funden en ‘El capital humano’. Este retrato de predadores y especuladores, ambiciosos e ingenuos, fauna toda del ecosistema de la crisis, deja en su infame e implacable indiferencia un reguero de cadáveres. A partir de una anécdota, suceso y azar, que se cuenta al principio aunque sea el final de nuestro destino como espectadores, Paolo Virzi traza una historia circular en la que dosifica y desnuda con inteligencia los perfiles de dos familias cruzadas envueltas en los fantasmas económicos. Entre el egoísmo y la explotación, la hipocresía y el juego de la decadencia, el filme es un excelente cuento sobre la sociedad italiana y, por ende, de ese fragmento europeo del sur estampado por una economía en declive y la devastación de unos tiburones que viven inmersos en la impostura.
‘El capital humano’ maneja con habilidad la miscelánea de géneros, la ambigüedad, el vaivén entre la fábula entretenida, la crítica social y el thriller. El filme tiene algo de los retratos de la burguesía provinciana de Claude Chabrol con sus miserias desnudadas a través de accidentes que hacían tambalear su acomodada superficialidad. Con un puñado de excelentes actores el cineasta de ‘Todo el santo día’ traza un mecano, un juguete tóxico en el que inocentes y, sobre todo, despiadados y falsos abonan el sistema de trampas, falacias y cadáveres exquisitos. Esta mirada moral posa su acidez sobre unas criaturas ancladas en la avaricia, refugiadas en la mentira de la familia unida por las apariencias y el color del dinero, y dibuja un mapa del tesoro para nuevos ricos y los que desean serlo.
Virzi envuelve al espectador en una tela de araña de pasajes entrecruzados por pequeñas historias, siempre con información parcial, en un puzle de ‘pasta’ italiana del que todos salen manchados. Un ciclista como punto de partida y final vertebra, como en el filme de Bardem, la madeja de unos tiempos enredados en su propia miseria. Partiendo de la novela homónima del escritor Stephen Amidon, el director italiano disecciona la miserable vulgaridad de los felices infelices, insaciables y arribistas, que construyen un débil reino de la plenitud que parece tener como arquitecto a Berlusconi y su corte de desalmados. Como en un libro de Kundera los puntos de vista diferentes de criaturas inmersas en idénticas vivencias, directas o no, se asoman en este catálogo en el que el humor corrosivo dialoga con la caricatura.
A través de esos capítulos y una crónica temporal que abarca seis meses, ‘El capital humano’ es un eficaz y, a ratos, certero golpe sobre la mesa donde conviven daños colaterales, patetismo, soledad e hipocresía. Una tragicomedia que provoca desazón y muestra el álbum social de una época falaz.