Moby Dick
1956 116 min. Reino Unido Director:John Huston Reparto: Gregory Peck, Orson Welles, Richard Basehart, Leo Genn, James Robertson Justice, Harry Andrews, Aventuras. Filmoteca de Cantabria. Sala Bonifaz. Hasta el domingo.
Ahab, el Pequod, Moby Dick. Hoy todo es un gran icono más grande que la fábula que lo contiene, más intenso que la aventura que lo sostiene. Hay otras versiones pero todas están en ésta. El universo de Herman Melville quedó identificado en la alianza de imagen con John Huston y Gregory Peck.
La Filmoteca lo rescata por otra de sus referencias colaterales: la presencia de Orson Welles, evocado ahora en su centenario como actor y cineasta. ‘Moby Dick’, la ballena blanca, es un símbolo. Caben metáforas, mundos, relatos primigenios. Precisamente la voz de Welles (al menos aquí la suya, sin doblaje) lo deja bien claro en su declaración de principios decisiva en un discurso que subraya el espíritu de la adaptación. Hay intensidad y pasión y el combate, colisión y acercamiento entre hombre y naturaleza adquiere momentos ilustrativos y eficaces. Un catálogo donde asoma lo metafísico y lo bíblico, la grandilocuencia y la apasionada lucha del hombre contra sus semejantes. Como película de aventuras Huston sabe imprimir tensión y ese sentido del ritmo y la vitalidad que acompaña con zonas de sombra e intensidad. Drama de mar y muerte, odisea visceral y obsesiva, la iniciación se adentra en el misterio «…alzándose sobre la cresta más allá de la inundación en el Ecuador, lanzará a los cielos el chorro de su desafío espumeante», como escribiera Melville.
Trasladar un libro colosal y monumental como esta, que requiere una lectura profunda, podría estar condenada al fracaso de antemano. Y esa es la pregunta que Huston se planteaba sobre la clásica obra y su traslación a la pantalla. El cineasta, apoyado en la escritura de Ray Bradbury, abordó el ambicioso reto de elaborar un guión que optó por la depuración y la disección para acudir a los factores esenciales de la historia. Del personaje de Ishmael el filme se va decantando hacia la obsesión de Ahab. Hombre y Dios, destrucción y pasión, lo humano y lo profético conviven en un filme con el personaje del sacerdote encarnado por Welles (precisamente el Cine Club dedica mañana su espacio a la penúltima de sus películas terminadas, la fascinante ‘Fraude’/ ‘F for Fake’).
Quizás chirría en ocasiones la actuación de Gregory Peck, lo cual propició un enorme debate cinéfilo, pero siempre se muestra sólido, sin extravagancias y con una presencia contundente, aunque se pueda discutir sobre sus matices. Viaje y alegoría, travesía hacia el paraíso perdido, ‘Moby Dick’ posee los suficientes poderes atractivos para invitar a desembarcar de nuevo en la obra literaria. A la caza de un lugar en el mundo – «No está en ningún mapa, los sitios de verdad nunca están»– el filme, que vivió parte de su rodaje en Canarias, propone un descenso a los infiernos donde cada uno alimentamos nuestro propio icono de pasión y búsqueda.