Otelo
1952 91 min. Marruecos Director: Orson Welles. Reparto:Welles, Suzanne Cloutier, Micheal MacLiammóir, Robert Coote, Fay Compton, Hilton Edwards. Salas: Bonifaz. Esta semana. Proyecciones y Cine Club. Filmoteca de Cantabria.
Carne para desalmados con pretenciosas ideas. Marca de prestigio para tapar otros vacíos. O simplemente argumentos desafiantes para traslación de lenguajes en osados proyectos. La obra de William Shakespeare ha tentado a unos y otros y, por ende, ha propiciado auténticas barbaridades y, en menor medida, reinterpretaciones y acercamientos lúcidos. Las empresas casi siempre desmesuradas y con toques de genialidad de Orson Welles, al margen de su mirada funcional clave con ‘Ciudadano Kane’, tuvieron en el dramaturgo universal a un referente esencial.
El personaje de Otelo ha sido uno de los más golosos y sus adaptaciones a la pantalla se remontan al cine mudo. En el caso del cineasta de ‘Campanadas a medianoche’, su incursión es uno de los iconos míticos y uno de los documentos de cabecera: la conjunción entre escenografía, interpretaciones y ambientación conforman un ejemplo de excelencia y creatividad. No obstante, el filme ya pasó a la historia por las dificultades del rodaje, uno de esos tour de force cuyas vicisitudes hubieran dado lugar a otra película paralela. El moro de Venecia pasó por diversas manos entre ellas las de Laurence Olivier o Laurence Fishburne o una curiosidad como ‘Doble vida’, en la que George Cukor dirige a Ronald Colman interpretando a un actor de teatro que está representando ‘Otelo’.
Extraña coproducción que fue perdiendo las banderas de apoyo por el camino, el filme huérfano de producción reconocida ganó, sin embargo, el Festival de Cannes. Welles, como casi siempre, tuvo que aceptar papeles alimenticios y trabajos nada desdeñables que ayudaran a sacar adelante la financiación de su proyecto –entre ellos ‘El tercer hombre’ de Carol Reed– hasta que United Artists la distribuyó en Estados Unidos tres años después de triunfar en Europa obligando a Welles a hacer numerosos cambios. La lectura del actor y director combina sutileza a la hora de ahondar en el texto original, suma de talentos e imaginación para solventar los grandes problemas a los que se enfrentó. Su capacidad visual y dominio del montaje fueron factores determinantes para dar unidad a una recreación inevitablemente dispersa entre parones de rodaje, cambios de escenografía en el tiempo, localizaciones dispares y disparatadas, e incógnitas de futuro y claros obstáculos que cercenaron sucesivamente sus medios. Frente a Macbeth, más ‘teatral’, Welles imprime en ‘Otelo’ todo su barroquismo visual, un tenebrismo y expresionismo inconfundibles, entre angulaciones y ese elogio de la oscuridad, el juego entre luces y sombras que subraya caracteres y perfila el dramatismo. Emociones e inquietudes, tormentos y pesadillas se alternan con un permanente desasosiego.
El cineasta de ‘Sed de mal’ se apropia tanto de las carencias como de los hallazgos, desnuda su identificación con Shakespeare, araña y muerde visualmente cada palabra y construye en el tiempo uno de esos edificios artísticos que contienen tanto temblor como hondura y desgarradura.
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