Abracadabra
2017 96 min. España.
Dirección y guión: Pablo Berger.
Música: Berger, Alfonso de Vilallonga.
Fotografía: Kiko de la Rica.
Reparto: Maribel Verdú, Antonio de la Torre, José Mota, Josep Maria Pou, Quim
Gutiérrez, Priscilla Delgado.
Género: Comedia
Salas: Cinesa y Peñacastillo.
Otra parada de monstruos cercanos y cotidianos. Un desfile carpetovetónico, costumbrista, a veces esperpéntico, otras incluso cañí y hortera. Pero, sobre todo, un cine muy libre y arriesgado que se enroca en su estado hipnótico y no parece estar sujeto a etiquetas y a rendir cuentas, sino a devociones, guiños y deudas.
Pablo Berger en su tercera obra, espaciada en el tiempo pero plena de coherencia y unidad con respecto a su trayectoria, conecta con su ‘Torremolinos 73’ –uno de los filmes más singulares del cine español– para trazar una radiografía social de memoria y tiempo, disturbio moral y mirada metafórica, una españolada desafiante que edifica toda una barriada de cuento y elocuencia estética. De hecho el cineasta no se aleja de su excelente ‘Blancanieves’ y firma un revés jocoso, sociológico, de colores que parecen pintados con lápices sobre el blanco y negro de aquélla.
‘Abracadabra’ es magia negra de comedia blanca y arrebato de chistera e hipnotismo. Berger muestra e ilustra ante nuestros ojos un número de prestidigitación donde truco y encantamiento son una misma cosa. Y el cineasta no necesita voluntarios. La ficción, en la que cabe desde lo patético y ridículo hasta lo sublime y lo surreal, implica a una troupe
de intérpretes entregados hasta las patas. ‘Abracadabra’ es barrio, machismo, vulgaridad, costumbrismo, bofetada social y muchos números que combinan géneros y reconocibles estancias cinematográficas con malabarismo estético y vuelta de tuerca.
El director toma la sierra del montaje y parte el cuerpo del delito en varios trozos delante del espectador y luego lo recompone sin importar si la cabeza el tronco y las extremidades corresponden a la figura inicial. Antonio de la Torre, José Mota y, especialmente, Maribel Verdú, están espléndidos en este retrato fantasma y negro de boda (uno de los escenarios más recurrentes
del último cine español) y espectro, de reencarnación y supermercado, de baile de salón y grúa con mono. Una mirada hispánica que tan pronto es hipnótica como desconcertante, sutil y burda, agresiva y cotidiana. ‘Los pajaritos’ y las porras, el comecocos y el machismo pegado en todas las esquinas, los maltratadores inherentes a la cosa social, el extrarradio y lo choni, el pasado de ‘transición’ y el presente imperfecto, y sus reversos. El más allá y el más acá de un estado letal, el disparate y la sorpresa, la imaginación y la libertad creativa. Y en ese carrusel que no para de girar una clara soflama femenina de rebeldía y mirada frente al mundo. Uno, dos…tres. El que quiera puede despertar. Y el que no, seguir soñando.