Capitán América: Civil War
EE UU. 2016. 147 m. (12). Fantástica. Director: Anthony Russo, Joe Russo. Intérpretes: Chris Evans, Robert Downey Jr., Scarlett Johansson, Daniel Brühl, Elizabeth Olsen, Paul Rudd y Jeremy Renner. Salas: Peñacastillo y Cinesa
Combo de acción y reflexión, estos luchadores vengadores con problema de culpabilidad, presocráticos de la viñeta y el efectismo heroico combaten a conciencia partida por un lugar en el mundo. Los hermanos Russo, Anthony y Joe, fecundos creadores televisivos, caso de ‘Community’, apuestan por la coherencia, se mueven con ligereza en el barroquismo de la acumulación y quizás conscientes de la sobredosis marveliana utilizan el desfile de criaturas como una convención reflexiva sobre los límites de la violencia, el papel de papá Estado, la libertad y el libre albedrío.
En ‘Capitán América: Civil War’ hay tanta verborrea incesante y caudalosa, a veces con exceso de retórica, como regocijo visual: lo mismo se solapa el videojuego, la pirueta digital y la estética formal del cómic que aflora un rizo esteticista para exprimir la acción.
Los directores de ‘Tú, yo y ahora’ se desgañitan durante casi dos horas y media para dar consistencia a esta enésima entrega de superhéroes. La división y enfrentamiento consigo mismos y con sus compañeros es la envoltura moral de esta tercera entrega, aunque en realidad es una escisión y fusión continua de saga y franquicia donde conviven y mutan en el Universo Marvel el Capitán América: el soldado de invierno y Los Vengadores: la era de Ultrón. En el batiburrillo que se marcan los hermanos cineastas con gran solvencia y dominio del lenguaje audiovisual casi todo desprende poderío narrativo, pese a que al parecer sean inevitables el exceso de metraje y esas pequeñas dosis de humor chanante que suele chirriar entre tanto aire de gravedad existencial, emocional e incluso política. La cosa acierta en su aire festivo de pirotecnia controlada con pasajes coherentes e inteligentes como la presentación-iniciación del ingenuo Spiderman; el flash-back de Tony Stark, y entre los combates, algunos prolongados hasta la saciedad, destaca ese arrebato coral en las pistas del aeropuerto donde el blockbusters se abre en canal. Abigarrada, pero sin caer nunca en la confusión, una decena de personajes compiten en conflicto, protagonismo, violencia y conciencia.
En este sentido el thriller recobra el lado lúdico y abandona ese enquistado y atrofiado lado bobalicón en el que habían caído la saga y sus prótesis. Ritmo zapping para dar cobertura a tanta criatura el original de Mark Millar y Steve McNiven es la esencia de este debate sobre la impunidad justiciera. A ‘Capitán América’ no le interesa la profundidad.
Todo es aparatoso pero dotado de la suficiente ligereza para que la digestión sea dosificada al inocular una variopinta extracción de flujos diversos de género: persecuciones, ciencia ficción, espionaje, adrenalina, alto voltaje, un parque temático de superhéroes con celo profesional en el que no hay que hacer cola y donde cada atracción promete grandes vértigos. Cisma de superhéroes a modo de juego de equilibrios, sin poesía pero con un gigantismo de pressing catch supurando épica atronadora.