Desquiciada torpeza
Francia. 2015. 85 m. (12). Comedia. Director: Martin Bourboulon. Intérpretes: Laurent Lafitte, Marina Foïs, Anne Le Ny, Judith El Zein, Michel Vuillermoz, Michaël Abiteboul. Salas: Peñacastillo
Confunde la parodia, se enrosca en los tonos y su aire bufonesco y su petulante forma de querer reírse de sí misma resulta patética. Incluso cuando recurre al humor negro acaba por revelarse agresiva y zafia. ‘Papá o mamá’ viene a ser el enésimo rizo de slapstick y screwball anudado al conflicto y al enredo que proporciona un divorcio. Pero la cinta francesa estereotipada, y a veces pedante, como si estuviese inventando algo, resulta desquiciada e histérica, muy torpe a la hora de desarrollar esta particular ‘guerra de los Rose’ que desaprovecha su base cómica argumental: la custodia y rechazo de los hijos y la posibilidad cruel de elegir entre papá o mamá, todo ello envuelto en una afectada farsa.
Aunque el tramo inicial está conducido con soltura, a medida que aflora la violencia verbal, doméstica y generacional, el filme se torna un batiburrillo deslavazado en el que la verborrea epatante y reiterativa da paso a un montaje visceral en lo visual pero absolutamente vacío. Donde se pretende satírica e impactante es tan solo una irregular parodia excitada, ni siquiera chispeante, más bien cansina, que diluye todas las posibilidades ácidas en su retrato social. La hipérbole costumbrista no funciona y el choque entre padres e hijos se muestra tímido. Todo su latigazo a lo políticamente correcto queda en un segundo plano porque las anécdotas repetitivas de la pareja protagonista ahogan la farsa.
El doblaje (nunca lo hace) no ayuda y el filme transmite una sensación de rechazo, de comedia falsa que vendiera gato por liebre. Toda su labia picante se deshace en la boca por su desgastada mirada a los personajes y situaciones planteadas con rutinaria desgana. Por ejemplo, los tres hijos, cuyo perfiles prometen una comedia salvaje son una sombra de caricatura en la que van perdiendo su empatía.
Una comedia más alterada que perturbadora. Opera prima de Martin Bourboulon su cáustica descripción del campo minado del matrimonio prometía una sangría de comicidad con adultos dándose cabezazos morales y arrojándose hipócritas verdades a la cara. A cambio solo vemos una vulgar batallita (ridículo el destrozo de la casa o la fiesta de disfraces) de desintegración familiar que solo contempla gracietas esporádicas desprendidas de lo que hubiese sido una contundente bofetada al patetismo de muchos comportamientos sociales. La versión americana con actores de relumbrón no tardará en asomar.
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