De hombres firmes y corazones fríos
EE UU. 2015. 135 m. (12). ‘Thriller’. Director: Steven Spielberg. Intérpretes: Tom Hanks, Mark Rylance, Amy Ryan, Alan Alda. Salas: Cinesa y Peñacastillo
Un fogonazo en dos tiempos paralelos, en dos instantes –uno histórico, el otro íntimo y evocador– de una misma época: en la retina unos hombres y mujeres intentan escalar el Muro de Berlín en busca de una puerta al futuro; unos fotogramas más tarde, unos jóvenes de Nueva York saltan una verja que separa los patios de su barrio. Pisa un terreno minado que conoce a la perfección. Su obra es hielo que arde y huele a cine clásico. Ya saben: empático, sólido, sin fisuras.
A algunos, muchos quizá, este Steven Spielberg les parecerá conservador, algo aséptico. Y, sin embargo, el veterano cineasta alumbra de manera magistral una historia de hombres firmes y corazones fríos. Tenso, que no desgarrado, aferrado y sustentado en un pulso narrativo que nunca admite debilidades ni desfallecimientos, su incursión en la Guerra Fría a partir de un caso real a tres bandas se mastica en pantalla mediante una sinuosa y sibilina construcción en la que caben sutiles elipsis, ingeniosos paralelismos y esa facilidad del cineasta de ‘Tiburón’ para envolvernos en la atmósfera de unas personas, personajes y criaturas que emanan cercanía y entereza, se esté o no de acuerdo con sus comportamientos.
Como en ‘Munich’ o ‘Lincoln’ el Midas de Hollywood se adentra en la historia con mayúsculas pero lo episódico, el detalle, lo humano, el héroe cotidiano, lo pequeño, incluso lo fugaz, despojado de épica, poseen una delicada trascendencia. ‘El puente de los espías’ responde a un guión, aunque no lo parezca en su textura aparente, de los hermanos Coen. En este vial cinematográfico de espionaje caben todos los géneros conviviendo en una hibridación formal y estética sin impostura ni colisiones. El melodrama está imbricado en el thriller, la intriga y la trama política conversan sin traumas y el estudio de personajes y la puesta en escena se mezclan hasta fundirse en un relato en el que la sombra de John Le Carre asoma agitado por Frank Capra. El arranque de este inteligente y melancólico trayecto humano que se debate entre la tensión judicial, el peso de lo histórico y las sombras de las decisiones políticas y estratégicas es absolutamente contundente. Un ejercicio de estilo que antepone el entretenimiento y la necesidad de contar, y de hacerlo bien, a cualquier aspaviento digital y a toda afectación. Un documento sólido y serio, sobrio y brillante. Entre Hitchcock y ‘El topo’, el oficio y el talento, el cineasta de ‘Minority report’ cose con mano maestra los tejidos menos aparentes de la historia.
El personaje James Donovan, el actor Tom Hanks (de nuevo trasunto del James Stewart de los filmes de Capra) y el propio Spielberg son la misma unidad moral. Si no fuese por esas rúbricas patrióticas innecesarias y su querencia por solapar finales, ‘El puente de los espías’ podría ser otra de sus obras maestras. Al cineasta, no obstante, le bastan unas miradas y un juego de sospechas para desnudar la compleja convivencia de leyes, hombres y emociones.