Vidas pequeñas en tiempos grandes
1966 93 min. Checoslovaquia Director: Jirí Menzel. Reparto: Václav Neckár, Josef Somr, Vlastimil Brodský, Vladimír Valenta, Alois Vachek, Ferdinand Kruta, Jitka Bendová. Drama Sala: Bonifaz. Filmoteca de Cantabria. Próxima semana.
Hay un poso de ligereza pegadiza en las imágenes de Jiri Menzel. Lo tragicómico adquiere una textura diferente a la hora de mezclar emociones, géneros y caligrafías. ‘Trenes rigurosamente vigilados’ posee algo de nouvelle vague, de espontánea miscelánea de encanto y perdición, de iniciación y microcosmos simbólico de un estado de vida. La crítica sutil e irónica que recorre la sombra de la ocupación nazi de Checoslovaquia, se plasma en el retrato de un joven funcionario de los ferrocarriles. Oscar en los sesenta Menzel propone un itinerario y mosaico donde lo amargo asoma bajo una pátina de comedia. El humor preside este perfil de aprendizaje vital encarnado en un protagonista a través del cual se revelan diferentes tonos amargos. Un retablo humano con estación al fondo donde todo parece crispado y cuyo decorado remite a un tiempo de histeria, convulsión y resistencia.
Fábula y parábola basada en la obra de Bohumil Hrabal, sin llegar a los subrayados de ‘Las aventuras del buen soldado Svejk’, posee un extraño intercambio de voces donde el costumbrismo y el absurdo, el surrealismo y el drama, junto con un toque de erotismo, se funden en un relato satírico. Clásico europeo de los sesenta, el pulso neorrealista se fundamenta en un permanente juego de contrastes, en una colisión entre la vida cotidiana y la historia con mayúsculas, las pequeñas cosas y el peso de la historia, el héroe azaroso, el descubrimiento del amor y el despertar sexual y un ritual de miradas donde lo pícaro y lo lírico mantienen un duelo a la hora de afrontar la tragedia de un tiempo histórico y la supervivencia de unas criaturas quebradizas que buscan su lugar en el mundo. El vitalismo y el detalle componen una danza de humor y de frescura.
Los diálogos y la fotografía convertidos en activos personajes arropan una lección de sobriedad, lo que no es óbice para lograr ensalzar la estética de muchos de los planos. Un cuento donde la educación sentimental se transforma en ejercicio de intrahistoria. Anécdotas, subtramas, territorios íntimos y un ecosistema de humanismo frente a los trenes de la historia. Una dulce parada plena de matices cuyos vagones cómicos y raíles dramáticos producen chispas y el cine se ve insuflado por una energía vital de humor, belleza y crónica.