Vacaciones
2015 117 min. Estados Unidos Director: John Francis Daley, Jonathan M. Goldstein.Reparto: Ed Helms, Christina Applegate, Skyler Gisondo, Steele Stebbins, Leslie Mann, Chris Hemsworth, Chevy Chase, Beverly D’Angelo. Género: Comedia Salas: Cinesa y Peñacastillo
N o falta el parque de atracciones ni la nostalgia por la fiesta universitaria ni los daños colaterales familiares. La ausencia de sutileza se da por hecha. Y la vulgaridad es un sello de esa comedia jocosa, con la que nadie se ríe, falsamente provocativa y poblada por lo soez y lo escatólogico que salpican los sucesivos gags, es un decir, elaborados por unos guionistas en plena crisis. ‘Vacaciones’, un paquete cinematográfico turístico de familia desnaturalizada, donde todo lo que asoma es low cost y zafio, es en realidad un pesado remake o reboot de la apreciable comedia de John Hugues y Harold Ramis. Entre variantes y chirridos las pesadillas familiares se han sucedido en las dos últimas décadas y un ejemplo cercano lo tenemos en ‘Somos los Miller’. Si se trataba de hacer una road movie alocada y esperpéntica el resultado ha sido un soso, monótono, interminable, olvidadizo y torpe billete de agencia de viajes de saldo.
En el arranque, entre el cinismo y la parodia, el perfil del padre de familia que busca sorprender a los suyos cuando las evidencias transparentan sus debilidades y complejos de inferioridad, la cosa prometía. Pero ‘Vacaciones’ da paso durante casi dos horas a una interminable colección de chistes que juegan con la cansina etiqueta de lo políticamente incorrecto mientras el racismo, la competencia social, la relación entre hermanos, el conflicto familiar se plantean entre situaciones muy forzadas y con escasa capacidad para la sorpresa, y una deslavazada mirada al sentido de la comedia. Por si fuera poco la comicidad de Ed Helms, muy discutible, hace de su argamasa protagonista algo diluido.
Entre el remedo del filme de los ochenta y el parche de esa esporádica saga que puso en marcha Chevy Chase todo aparenta un aire de episodio piloto televisivo que como en un parque temático solo busca el consumo directo, fugaz, sin pensar demasiado aunque las colas –aquí la falta de gracia – terminen por atorar toda la cadena de estos Picapiedra con troncomóvil (lo peor del filme). Sus directores, Jonathan Goldstein y John Francis Daley, se quedan en la chifladura cuando la cosa pedía abiertamente una ácida crítica a ese nocivo virus que habita en el núcleo familiar y, por ende, social del sistema estadounidense. A veces parece que se ha mirado a Frank Capra para agitarlo y que el artefacto parezca una montaña rusa a lo centrifugado de los Farrelly. Todo muy medido, pero siempre eficazmente grotesco. La irreverencia también pide consistencia y algo más que la apariencia del atrevimiento. Es esa delgada línea entre el patetismo, la impostura y la parodia.