American ultra
EE UU. 2015. 95 m. (16). Acción. Director: Nima Nourizadeh. Intérpretes: Jesse Eisenberg, Kristen Stewart, Connie Britton, Topher Grace, John Leguizamo. Salas: Cinesa y Peñacastillo
Como en buena parte del cine de Hollywood de hoy, aquí se riza ese empeño en mezclar géneros, agitar historias e inevitablemente en dispersar el guión. ‘American ultra’ es uno de esos artefactos violentos que une a rostros con tirón entre el espectador más joven y rodeados de un reparto coral consistente. Además la historia de esta pareja acechada por una convivencia marcada por las falsas apariencias, la droga y extrañas amenazas no acaba de concretar ni sus intenciones ni sus ritmos.
De pulso entrecortado, más bien fruto de la desorientación argumental y de tono, el filme es un crispado cóctel de fumetas, agencias de inteligencias poco inteligentes, díscolos policías, espías juguetones y tontorrones y asesinos poco natos. Lo del modelo Bourne está haciendo su daño y entre las imitaciones, la influencia, la parodia y los guiños cada vez son más los conjuntos vacíos que se suceden en la matemática de un thriller que ni se renueva ni se reinventa.
Jesse Eisenberg y Kristen Stewart no son Bonnie and Clyde, aunque sí se muestran como dos buenos actores que defienden esta fantasía conspiranoica, violenta y nerviosa, que hubiese proporcionado un jugo interesante como historia de amor pero que resbala al pisar terreno difuso entre la novela gráfica original (los títulos de crédito finales merecen más la pena que muchas de sus secuencias), un tímido gore que parece el pegote de película ajena y los préstamos de algunas road movies aquí forzadas dentro de un relato que acaba persiguiéndose a sí mismo. Aunque algunos enredos menores son simpáticos y desprenden cierta risa contagiosa, el filme nunca exprime el lío y la confusión que envuelve a unos personajes perdidos y ese aire de cinta gamberra que carece del ritmo, la frescura y esa achampanada alegría de los personajes que nunca son lo que parecen.
Por acumulación y reiteración el atractivo de la pareja en su confuso eterno retorno –una viñeta acelerada con intención de caricatura– pierde gas pese que el cineasta Nima Nourizadeh (director de ‘Project X’) deja que sus protagonistas tomen el mando cuando no sabe qué hacer con la historia. Cierta atmósfera romántica a lo ‘Amor a quemarropa’ es una de tablas de salvación del filme que le permite transmitir las mejores sensaciones. Entre una tímida psicodelia y el disparate cachondo festivo la historia precisamente hubiese ganado de haber explotado con desgarrada pasión esas aristas ultras que pululan como los restos de un tebeo excitante y agitador.