Elsa & Fred
2014 Estados Unidos. Director: Michael Radford Reparto: Shirley MacLaine, Christopher Plummer, Marcia Gay Harden, Scott Bakula, Chris Noth, James Brolin Romance/Comedia. Sala: Los Ángeles. Desde el miércoles y hasta el domingo.
Elogio de la amabilidad. Explosión de vitalidad interpretativa en la madurez. Muchos, demasiados quizás, guiños y homenajes implícitos y una historia de esas que buscan un territorio exento, como al margen del mundo. ‘Elsa & Fred’ no es solo un remake al uso, sin excesivos riesgos y, por tanto, sujeto a pensar que no es necesario, sino un canto de dos actores/personas/personajes sumergidos en la fuente de la edad.
Nueva versión y adaptación hollywodense de la película argentina que dirigió Marcos Carnevale, aporta el espejo ilusionante de dos intérpretes enmarcados por un cierto preciosismo, pero siempre dentro de lo predecible y previsible. Ellos, Shirley MacLaine y Christopher Plummer, brillan pese a esa pátina de romance sensiblero sin desgarradura ni mordedura. Ambos creen en sus personajes pero la película de Michael Radford está instalada en cierto conservadurismo visual y narrativo pese a su aire de amable apariencia.
El cineasta de ‘El cartero y Pablo Neruda’ ha firmado una trayectoria al menos curiosa. Tras su intenso arranque con filmes como ‘1984’ ha deambulado de modo irregular. En su último tramo ha alternado incluso el documental con la ficción y el eterno proyecto de ‘La mula’, al final estrenada sin pena ni gloria, ha marcado su último cine. Esta adaptación y la aun no estrenada, ‘La hija de Castro’, se han sumado su creación. Aquí, con la red que le proporciona los actores elegidos, se limita a una caligrafía convencional y académica, sin aventura.
El retrato del venerable dúo de ancianos no busca aristas y no encuentra obstáculos. Es un llevadero paseo con atmósfera escrita y subrayada, aunque a veces le salve el sentido del humor. Con la original en la retina este simpático regreso ni molestará ni añadirá. Si se descubre la historia con ojos vírgenes hay más posibilidades de quedar arropado en la calidez de este estanque dorado, entre cierta sensación utópica y vibración felliniana a lo ‘Ginger y Fred’ pero sin música y esa icónica insistencia con Anita Ekberg y el encanto muy usado, casi manipulado ya, de ‘La Dolce Vita’.
Comedia dramática y romántica sin márgenes ni terrenos subliminales, la cinta exuda a veces el mismo aire cansino que los protagonistas confiesan de manera inevitables en ocasiones. Aunque ellos, los actores, son los jóvenes de una función que rebosa escritura muy vintage. China Zorrilla y Manuel Alexandre, en la primera, fueron encantadoramente discretos. El juego de los espejos con los intérpretes de Radford también vale para pasar un buen rato. El tiempo, o sea la edad de la mirada, hará el resto.