Viaje a Sils María
USA, Francia, Alemania, Bélgica 2014 Director: Olivier Assayas. Reparto: Juliette Binoche, Kristen Stewart, Chloë Grace Moretz, Lars Eidinger, Johnny Flynn, Angela Winkler, Hanns Zischler, Nora von Waldstätten.Sala: Los Ángeles. Hasta el domingo día 16.
A Juliette Binoche le bastan unos segundos, cuatro fotogramas, dos gestos y una mirada para inaugurar el cine. Y uno ya se siente reconciliado con la pantalla. El resto, que no es poco ni fácil, lo pone la envolvente de Olivier Assayas en este espléndido juego de espejos sobre lo real y representado, sobre la fugacidad y la memoria, sobre los sentimientos y sus consecuencias, sobre las presencias y ausencias.
El singular cineasta ha trazado una filmografía sólida y muy personal, cruzada por un pequeño universo, casi siempre femenino, en torno a la temporalidad y las emociones. En ‘Sils Maria’ el viaje es interior sobre todo, pero también marcado por la geografía de unas montañas que son testigo mudo de una conversión y de muchas colisiones. Una actriz madura pero dubitativa ante las nuevas fronteras del cine y del teatro, en un lúcido juego de metonimia y metáfora con una inmensa Binoche (cuándo no es fiesta con ella), y otra joven y emergente intérprete que busca salir del mainstream de Hollywood y crecer entre la sombra del prestigio de los escenarios y los escándalos de la fama y el glamour, configuran un paisaje minado, dinamitado, con un tercer personaje femenino, excelente Kristen Stewart, que sirve de enlace con el espectador.
Un filme inteligente, de diálogos nunca engolados, de encaje de bolillos sobre el cine dentro del cine, la interpretación y la vida, con el que el cineasta de ‘Boarding Gate’ y ‘Los destinos sentimentales’ traza un magnífico tratrado sobre la temporalidad. Una historia delicada, también a veces rara, en la que conviven otros tiempos y tempos, los de una manera más contemplativa o activa de mirar al mundo y los de las renuncias, los móviles, la fama y la dictadura de la inmediatez. Tres retratos de mujer, tres ‘Evas al desnudo’, sin frivolidad ni excesos ni caricaturas. A golpe de talento y lucidez, en dos actos y un epílogo, el cineasta de ‘Después de mayo’ superpone capas, ofrece texturas diferentes y construye un relato para dejarse llevar como cuando uno asciende a una montaña con la aspiración ingenua de que uno se apodera de esa altura y de lo que va dejando en el camino. Hay un pequeño Bergman, sin duda, escondido en las entrañas de este mosaico del fracaso y del éxito, de la frustración y de la envidia, de los egos y de las concesiones. Sin aspavientos, el cineasta se desliza entre las orillas de sus tres mujeres centrales o periféricas, en las distancias cortas o con una perspectiva de lejanía y frialdad. Pero ‘Sils Maria’ también habla de las grandes decisiones, del suicidio y la muerte, de la vitalidad y la renuncia, de las imposturas y las máscaras, de la verdad y la mentira de cada emoción y sus dimensiones. Mankiewicz lo hubiera firmado.