Con todas nuestras fuerzas
Francia, Bélgica. 2014.Director: Nils Tavernier. Guión: Laurent Bertoni, Pierre Leyssieux, Tavernier. Reparto: Jacques Gamblin, Alexandra Lamy, Fabien Héraudda. Drama | Deporte. Sala: Los Ángeles. Hasta el domingo.
Aquí el mensaje es masaje físico pero, sobre todo, moral. Una parábola de superación sin más coach que la voluntad ni más entrenamiento que las ganas de llegar a una meta. El ‘ironman’ cinematográfico de ‘Con todas nuestras fuerzas’ reside en la intensa mezcla de inspiración mental, esfuerzo emocional y camino sentimental en busca de un reto. El hijo del cineasta Bertrand Tavernier, Nils, no pretende ni siquiera buscar que el cine imponga un estilo, una manera de contar. Es la historia la que dicta los márgenes y la que en la superficie y en el fondo se encarga de decidir las inspiraciones y expiraciones de este padre e hijo, con sus respectivas pero muy diferentes discapacidades, que unen sus deseos en una maratón de tierra, mar y aire en busca del cielo humano.
Uno se contagia y termina por dejar a un lado la valoración caligráfica de un filme un tanto insípido, que nunca profundiza en el retrato de soledad, dolor y vértigo vital. Pero las interpretaciones, esa atmósfera de entrega personal y colectiva –quizás el único momento en el que la mirada de Nils se parece a la del cien de su padre– juegan a conmover y el resto queda subordinado. La gran carrera, que copa el tramo final del filme, precisamente se convierte en el eje emocional del metraje. Contra más avanza en sus pasos morales y sentimentales, más retrocede en sus valores como cine, estancados en lo manido, en lo fácil y previsible. Es una película de rostros y miradas que persiguen la complicidad de la ayuda y autoayuda de lo correcto e ideal. Todo es bienintencionado y apenas se pisa territorio psicológico, anclado en el cromo de lo comercial y en la foto fija de un calendario solidario. Como documento nunca sobra nada pero incluso su posible intención pedagógica social se diluye por su escaso riesgo. Corazón mucho, caja torácica también, pero al filme no se le escuchan los latidos. No hay desgarradura ni vida interior. Es admirable el testimonio vital del joven parapléjico que participa junto a su padre en el triatlón ‘Ironman’ de Niza. Y lo es el trabajo del veterano Jacques Gamblin y del debutante Fabién Héraud, que sufre la enfermedad en la vida real. Pero detrás solo hay espejismo ilusorio, escasa solidez y carencia de sustancia. Los cromosomas de la convulsión, la enfermedad, el posible rechazo social, las dificultades y desafíos son casi invisibles. Tavernier, como actor, centra su debut en la dirección en el gesto de sus protagonistas. Lo demás es una dura, infernal carrera que solo entona un canto pseudoespiritual para tocar la densidad fugaz de la gloria.
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