Ted 2
EE UU. 2015. 115 m. (16). Comedia. Director: Seth MacFarlane. Intérpretes: Mark Wahlberg, Seth MacFarlane, Amanda Seyfried, Liam Neeson, Morgan Freeman. Salas: Cinesa y Peñacastillo
Aveces dan ganas de darle un achuchón y otras una patada como hacen los niños cuando desprecian un juguete roto o caducado por su edad. ‘Ted’ comenzó provocador y con ganas de empatizar con el colectivo más cabreado, pero está empezando a caer en esa franquicia humanizada de un oso heterodoxo, tan políticamente incorrecto como perfectamente instalado en lo que el sistema determina como margen y orilla. Hay, no obstante, en esta segunda entrega domesticada un punto de dulzura subversiva que deja un regusto de complicidad y simpatía. A ello contribuyen esas presencias de actores consagrados que parecen bendecir, con algo más que cameos, al cachondo juego de contrastes de esta comedia.
Pero precisamente las anécdotas, ciertos juegos visuales y tramas secundarias insuflan vida a este animal más humano en su sinceridad desnuda que las criaturas que le rodean. En este sentido, la secuencia con Liam Neeson en el supermercado, apenas dos minutos de conversación en clave de guiño a los personajes de acción que encarna el actor, ya justifican un sentido de la comicidad. Pero el filme en su conjunto carece de ritmo, y Seth MacFarlane se precipita precisamente en su falta de pegada para endosar un buen golpe bajo en las entrañas de las cosas mientras su historia se desliza por la superficie.
El cineasta de la fallida ‘Mil maneras de morder el polvo’ firma una secuela desigual, quizás forzada, que tiene en los diálogos, en las lecturas dobles y triples de muchos chistes y juegos verbales con la actualidad y lo privado, su ‘osado’ sentido. Televisivo, a veces agresivo y otras melancólico, el divertimento reposa más en el asiento de los acompañantes que en el del conductor. Al director le sobre fácil descaro y le falta ese encanto de quien sabe manejar el mal gusto con la delicadeza de quien trata de acariciar una piedra. Se persigue la provocación pero resulta cansina cuando detrás no hay más sutileza que una mera burla aunque lo grosero se cubra de una pátina de transgresión que es más bien impostura.
‘Ted’, como toda secuela, canta a taquilla veraniega y refrescante y por eso se deja en el camino la inteligencia que se le presupone al humor de estilete que hurga en las heridas tapadas por la hipocresía o gangrenadas por el poder. Con Mark Wahlberg de colega pegajoso del oso, a lo Abbott y Costello, todo mezcla machismo, racismo y agresión facilona. Entre política, semen y sexo, el recital soez busca su corazoncito de luz y de color. Lo dicho: un juguete roto rodeado de adultos niños con muchas ganas de pasárselo bien. O bien le das un chuche o le revientas la gracia.