Sólo química
España. 2015. 95 m. (7). Comedia. Director: Alfonso Albacete. Intérpretes: Rodrigo Guirao Díaz, Ana Fernández, Alejo Sauras, MaríaEsteve. Salas: Cinesa y Peñacastillo
La cosa tiene aire de sección de horóscopo en un suplemento dominical. Un cuento de hadas y dragones que ni es lo suficientemente irónico para fragmentar los tópicos ni encantador para romper el hechizo de luna que se pretende. Alfonso Albacete, tras una duradera y prolífica codirección con David Menkes (desde ‘Más que amor, frenesí’ pasando por ‘Atómica’ y hasta llegar a ‘Mentiras y gordas’), dirige en solitario este álbum de cromos sobre las relaciones con mucho roce y escasos arañazos.
‘Sólo química’ es uno de esos productos prefabricados con molde, silueta de serie y etiqueta de comedia juvenil y todo ello cubierto por una pátina de supuesta sofisticación y glamur. Pero el petardo no acaba de explotar y nadie se cree este juguete entre perfumes, patéticos retratos del mundo del cine y de la moda y lúdicos gatillazos sobre el amor y sus vértigos.
Sin salirse casi nunca de los márgenes, la comedia tan solo contiene ramalazos: las apariciones de María Esteve y algún perfil social con gracia. Pero su discurrir por cauces conocidos entre referencias al musical y a un tipo de comedia adolescente nunca asoma la chispa, ni la energía, ni el ritmo. A la película le falta insuflarse un chute de clasicismo y de elegancia y quitarse la caspa de tanto ‘perdona, bonita’ y ‘perdona amor..’
Porque solo química canta a Federico Moccia y a estereotipo entre caras guapas, situaciones banales y romanticismo de corta y pega, solo salvado por el desfile coral de secundarios que se salen del triángulo para imprimir algo de aliento en la composición, que ni es caricatura ni posee verdad. Hay momentos cursi, momentos pegatina y momentos de autoparodia, como si Albacete se dedicara a citar referentes sin cesar acumulando todo lo que el espectador, también estereotipado, cree que busca.
El resultado casi siempre es cursi, amanerado, vulgar y el filme discurre entre guiños a números musicales y coreografías sin coherencia ni ánimo de originalidad. Albacete va a lo seguro, al amiguismo, al cameo, y a mezclar dosis de ingredientes para un guiso muy conocido para que tenga el aroma aunque llegue a la mesa soso y sin sabor.
Ni sus monólogos de comedia televisiva adheridos a la trama ni el aire de culebrón parodiado permiten una fuga hacia adelante. ‘Sólo química’, leve, ridícula a veces, festiva, pero no cachonda, jovial y pop aunque no fresca, se atasca en su seguridad, nunca arriesga y pese a los esfuerzos de Ana Fernández, casi nadie se cree el aliento, la fórmula y todo pasa ligero sin cuajar ni desmelenarse. Un desmayo sin sangre sobre la composición del amor y del sexo que no superaría la prueba de selectividad, o como se llame.