Lazos de sangre
Francia. 2013. 144 m. (16). Drama. Director: Guillaume Canet. Intépretes: Clive Owen, Billy Crudup, Marion Cotillard, Zoe Saldana, Mila Kunis. Cinesa y Peñacastillo
Estamos ante la primera incursión americana de un cineasta interesante, Guillaume Canet. Y en su aventura le acompaña el sello del guionista y director James Gray. Hasta ahí hay garantía y huellas suficientes para certificar y augurar un ejercicio de calidad. Y ‘Lazos de sangre’ la tiene. En especial un equilibrado reparto que define con destreza y eficacia los límites de las historias cruzadas (demasiadas) en este retrato setentero de perdedores, clanes, bajos fondos y disturbios morales.
El problema, sin negar cierta intensidad y el interés de una trama fragmentada por esos perfiles psicológicos nada desdeñables, asoma precisamente de la hibridación autoral, de las intenciones y los hechos planteados en una encrucijada continua. A veces vence el thriller noir con toques afrancesados y otras muchas ese microcosmos de redenciones, culpas, hermandades y traiciones. El primero, trufado de toques sociales y numerosos estereotipos cinéfilos corresponde al cineasta de la estupenda ‘Pequeñas mentiras sin importancia’ y lo segundo es claro fruto de la escritura de Gray, cineasta y guionista de ‘Two lovers’ y ‘La noche es nuestra’, entre otras piedras preciosas pulidas por la personalidad y la energía. Pero en ‘Lazos de sangre’ tal fricción casi siempre resulta incómoda. Se traduce en falta de definición, en vaivenes excesivos, en irregularidad, en un tono que oscila entre la superficialidad tópica de algunas situaciones y la profundidad de caracteres.
El espectador duda de si se halla en una película de Gray, al que se le hubiera escondido la dirección, o un filme en el que Canet se limita a ser un contador notarial al servicio de un guión que no siente del todo. En su visionado además pesa el destello de la reciente ‘El año más violento’ de Chandor, con la que comparte resonancias aunque Canet sale claramente perdedor. Clive Owen, Marion Cotillard, compañera de Canet en la vida real, y Billy Crudup ofrecen lo mejor de este retablo de vidas sometidas por pasados lacerantes, oportunidades perdidas, destinos compartidos en la tragedia, dramas y deseos que nunca se cumplirán. Curiosamente Canet, también actor, protagonizó la pasada década ‘Les liens du sang’, drama que ahora retoma como director pero trasladando la geografía criminal a la Nueva York de los 70. ‘Lazos de sangre’ consigue sus mejores momentos, vibrantes y vigorosos cuando el filme se detiene y se olvida de la trama y subtramas principales, es decir, cuando las criaturas unidas por la fatalidad y los caminos equivocados reflexionan sobre sus carencias y sueños rotos. Amor y odio, bandos y márgenes de vidas opuestas confluyen en este mosaico marcado por una ambientación magnífica en Brooklyn, aunque el uso de las canciones no se integra con soltura en la trama como se pretende.
James Gray, que ya abordó en la excelente ‘La noche es nuestra’ la historia de dos hermanos enfrentados y separados por la frontera de la legalidad, de la delación y de la lealtad repite caligrafía aunque con excesos de metraje y de turbiedad. En los pozos, agujeros negros o simples paréntesis de estilos, en las miradas sostenidas y en los tempos entre estilos subyace otro filme que nunca veremos. Quizás firmado por Guillaume Gray.