La oveja shaun: la pelicula
Reino Unido. 2015. 85 m. (TP). Animación. Directores: Richard Starzak y Mark Burton.don. Salas: Cinesa y Peñacastillo.
El caso es balar. Hacer oír su voz y eso es lo que hace este ejercicio diferente que transpira atmósfera artesanal. La cosa va de ovejas pero podrían ser abejas. De lo que se trata es de crear un regalo visual sólido, bien contado, sin aspavientos y a través de una intensa caligrafía doméstica. Cine familiar, su estética aparenta sencillez y tacto y huye de la sofisticación tecnológica de la mayor parte de la animación actual. La cosa exuda plasticidad, pero su modestia parte de sus ganas de desmarcarse. No hablamos de falsos medios, ni de imposturas. Aquí la ‘rebelión en la granja’ viene de la diferencia, de un proyecto emergente británico aflorado a través de las instalaciones de Aardman Studios. La técnica fotograma a fotograma con figuras de plastilina da crédito a Richard Starzak y Mark Burton que firman esta comedia con su encanto y su plasticidad. La oveja Shaun, en su traslado del confort televisivo a la gran pantalla, adquiere otra textura. Su rostro secundario en ‘Wallace y Gromit’ protagoniza una estética diferenciada, sin ruido, con muchas deudas con los clásicos fundacionales del gag. Casi todo es manual y ello proporciona una aventura que aboga por la cercanía. Tras ‘¡Piratas!’, la labor de estos concienzudos y rigurosos activistas de lo próximo regresa con este lúcido espectáculo entre lo paródico y el slasptick, que al margen de la fábula, de la utilización de animales y del deja vu muta con encanto el lenguaje de la comedia más imaginativa a un formato que se antoja interesante y a ratos intenso. El error está en pensar que todo parte y discurre por vías muy infantiles. Solidaridad, diálogo entre la naturaleza y lo urbano aderezado todo con situaciones cotidianas con toque surreal encauzan el filme de Richard Starzak y Mark Burton. ‘La oveja Shaun’, con técnica stop motion, entre homenajes y deudas, se postula como una obra entretenida, plena de guiños cinéfilos y una austeridad en el lenguaje. Lo que presenta dudas es si hay demasiada explosión de largometraje para tan escasa peripecia. Se busca en realidad un desfile de esencias con el asombro como eje y la ausencia de palabras como declaración de principios. Lo verdaderamente sutil nace de la capacidad para criticar las modas, para mostrar su destreza en la puesta en escena sin traumatismos. Para desengrasar la dictadura del gran montaje digital y sus apabullantes golpes de efecto, este territorio en apariencia inocente lanza toda su expresividad cómplice. Entre el granjero, la caravana y el diálogo lúdico entre el rebaño que oscila del campo a la gran ciudad, el filme saca la cabeza con su personalidad animada. Al espectador le queda asociar cada oveja con su pareja.