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Guillermo Balbona

Fuera de campo

Vale tronco, vale

A cambio de nada

España. 2015. 95 m. (12). Drama. Director: Daniel Guzmán. Intérpretes: Miguel Herrán, Antonio Bachiller, Luis Tosar, María Miguel, Antonia Guzmán. Cinesa

De calle y distancias cortas. Todo se mira desde abajo. Y la cosa huele a asfalto, desprende algo de barro y transparenta un realismo próximo que se impone,    más que se mastica. ‘A cambio de nada’ no busca la poética de lo cercano ni pretende redescubrir el neorrealismo. Daniel Guzmán se da un homenaje de barrio, juega en casa y maneja lo familiar, los sonidos, la memoria, la adolescencia, la supervivencia como campos minados pero conscientes de ser pisados una y mil veces. Con actores excelentes su baza es la autenticidad y, más allá de la anécdota, el filme, que triunfó en el reciente festival de Málaga, es tan bienintencionado como eficaz a la hora de desbrozar los tópicos o de driblar los clichés con su sensación de verdad. Se nota que el actor/cineasta está a gusto, en su salsa, y que la suya es una falsa ópera prima construida en casi una década de intentos y clara prolongación de su celebrado cortometraje ‘Sueños’. Pero bajo esa capa de confort narrativo, de buenas intenciones y de retrato nada desdeñable, a su pretendida bofetada le falta denuncia social, mayor frescura y, sobre todo, cierto desgarro para ir más allá de la fibra de unos personajes buscadores/perseguidores a los que se les ve la piel pero nunca la entraña. ‘A cambio de nada’, los 400 golpes de Guzmán, es un filme de colegas en la periferia de casi todo, la de la ciudad, la del sistema, la de la propia vida. Sin llegar a quemar ni a la combustión, su relato juega con material inflamable, se posa sobre la superficie de lo vulnerable, de la fatalidad, de la confusión y con los Herrán, Bachiller y García Vélez invita a un paseo por los márgenes que entre los deseos y los golpes bajos es donde el filme gana en entereza. A cambio de nada es arrabalera, popular que no populista, cercana y se mueve con soltura entre lo generacional y lo sencillo, en busca de emociones directas, sin recreaciones visuales ni tampoco ese cine de autor, sobre todo francés, que retrata los conflictos de la nueva/vieja Europa. Lo de Guzmán es un sincero álbum íntimo pero colectivo, cercano, reconocible, en el que pululan padres separados, abuelas jóvenes, colegas que nunca te traicionarán, deseos y mucha prisa por llegar a ninguna parte. Hay más nostalgia que amargura, y una inteligente combinación de tragedia y comedia, de risas y diálogos muy bien encajados que se alternan con las zonas cero, con las sombras, con el dolor adherido a ese extrarradio que a veces parece el cielo y otras una jaula inevitable. Es un filme honesto y esa es la mejor carta de presentación y su textura de lo cotidiano, sin lirismos relamidos, es palo y zanahoria, fragmento de vida y un sincero despojamiento adolescente. En su modulación de comedia y drama, aflora el equilibrio de un costumbrismo nada impostado, entre intuiciones y revelaciones. Algunos encuentros entre los dos amigos y el paseo en motocarro con la abuela bastan para compartir con complicidad ese territorio de las distancias cortas.

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Guillermo Balbona comenta la actualidad cinematográfica y los estrenos de la semana

Sobre el autor

Bilbao (1962). Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense. Ser periodista no es una profesión, sino una condición. Y siempre un oficio sobre lo cotidiano. Cambia el formato pero la perspectiva es la misma: contar historias.


May 2015
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