Focus
EE UU. 2015. 104 m. (16). Comedia. Directores: Glenn Ficarra y John Requa. Intérpretes: Will Smith, Margot Robbie, Rodrigo Santoro, Stephanie Honore. Salas: Peñacastillo y Cinesa.
Todo desprende un aire entre afectado y sofisticado. Se impone un lenguaje de anglicismos posmodernos y la transparencia de las imágenes revela las costuras de un guión de gente que pasaba por allí. ‘Focus’ es puro look, pero no mirada sino apariencia, engaño, superficialidad, catálogo soft, batallita cool de gente guapa enredada en dinero. Si fuese metáfora el conflicto de chico/chica entre engaños y mentiras daría para un culebrón moderno de estafadores y timadores en busca de un último recurso ingenioso. Pero el filme con sobredosis de pareja protagonista no funciona ni como comedia y romance prolongado en el tiempo –en el que el amor parece otra mercancía más, codiciada por carteristas de lujo– ni como juguete a lo ‘Oceans’ o casino urbano sometido a un constante juego sobre lo falso y lo verdadero.
Precisamente la verosimilitud es lo más débil de ‘Focus’ que, además, fractura el argumento en dos claras partes, tan diferenciadas y poco justificadas (del supuesto aprendizaje al reencuentro maestro) que parecen dos películas distintas. Will Smith y Margot Robbie juegan a una especie de Sinatra y Ava Gardner y la cosa se deshace por mucho que los subrayados musicales de night club y paradise artificial y el contraste entre ciudades, Nueva Orleans, primero, y Buenos Aires, después, aporten un cierto microclima de cine con personalidad visual. Pero Glenn Ficarra y John Requa, responsables de la interesante ‘Crazy, Stupid, Love’ y antes de Phillip Morris ¡Te quiero!’, firman un globo hinchado que pierde aire a medida que busca altura. La elegancia, que la hay, se acaba confundiendo con la ligereza. Todo es alado y el endeble perfil de personajes y situaciones se muestra contrario al supuesto encanto de las criaturas que pululan por un terreno resbalizado, y en cada tramo, más publicitario.
Se busca la vuelta de tuerca, el truco invisible, el as en la manga. Pero uno vuelve del juego de mesa cansado de tanto mostrar y no ver nada. Todo es efervescente pero hay más agua con gas que hechizo mágico. Smith gira y gira. La actriz australiana, que siempre gana la partida, se empeña sin embargo en subrayar su belleza, aunque no lo necesite. Y los duelos estafadores huelen a trampa. El guante blanco está en la dirección. Nos engaña pero no duele. ‘Focus’ estira su idea traviesa, entre el atraco imperfecto y el romance aplazado, entre el simulacro y la mentira. El entretenimiento, no obstante, entra y sale de escena como un invitado inesperado o equivocado de fiesta. Personas y escenarios son carne de diseño. Solo es piel, superficie, toque, lucimiento. Debajo nada parece de verdad. Si uno no araña la pantalla hasta puede que caiga en la trampa.
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