Ahí os quedáis
EE UU. 2014. 103 m. Comedia. Director: Shawn Levy. Intérpretes: Jason Bateman, Tina Fey, Adam Driver, Rose Byrne, Corey Stoll, Kathryn Hahn, Connie Britton. Salas: Cinesa y Peñacastillo
En esta comedia de soplidos, más que de suspiros, exagerada en su desmayado planteamiento, sólo breves apuntes amargos desvelan el juego de claroscuros tras un funeral. ‘Ahí os quedáis’ parte de una idea tan buena como agotada: la convulsión, la acotada colisión grupal o tribal tras una celebración o ritual. Recuérdense casos memorables e imitados como el ‘Reencuentro’ de Kasdan, o la casi moda de recurrir a los enlaces matrimoniales en el último cine, como la reciente cita familiar de Daniel Sánchez Arévalo, ya presente en sus cortometrajes. En este caso un funeral sirve para la catarsis, pero también para satirizar los convencionalismos y lugares comunes, caer en algunas parodias, no siempre logradas, y buscar el retrato generacional.
El problema es que Shawn Levy no maneja con destreza sus recursos ni gestiona los tiempos de un relato coral de historias entrecruzadas y muchas pérdidas y recuerdos bajo la piel de los personajes. El tono de esta congregación en torno al patriarca fallecido pero reunida a los pechos de Jane Fonda –un chiste que se convierte también en un chirrido– no acaba de cuajar. Hay escenas epatantes y pequeños retablos que se asientan en la reiteración. El mosaico de matrimonios rotos, últimas voluntades, primeros y primarios deseos y desmesuras emocionales parece inagotable pero sustentados en el arquetipo. A las irregulares interpretaciones le siguen vaivenes de unos personajes a veces desasistidos, otras náufragos, el filme se resiente de la escasa atención que algunos perfiles merecían y se ahoga en la insistencia en otros.
Entre compulsiones y tensiones, chistes fáciles y salidas de tono, destila a partes iguales simpatía y rechazo. Al embarazo que no llega, la soledad emocional y la oveja negra, le siguen el fracasado y la arrepentida, de modo que abundan los clichés en el armario familiar. Lo sardónico, satírico y ácido y lo dramático no logran encajar en este guión que a veces parece tender hacia un humor negro que solo se asoma de puntillas cuando pedía ser despiadado con el entorno. El luto de este encuentro familiar disfuncional es, en realidad, el de las miserias, cuentas pendientes y piedras en el camino de cada miembro, pero al cineasta de la saga ‘Noche en el museo’ y de ‘Los becarios’ le falta finura y elegancia y osadía para dibujar un retrato excesivamente superficial, cómodo y convencional. Demasiada complacencia y discreción de tono televisivo. A este velatorio le falta esa tensión incómoda que posee todo espacio marcado por el peso del pasado.