X-Men: Días del futuro pasado
Estados Unidos. 2014. 130 m. Director: Bryan Singer. Intérpretes: Hugh Jackman, James McAvoy, Michael Fassbender, Jennifer Lawrence, Nicholas Hoult, Ian McKellen, Patrick Stewart, Ellen Page. Salas: Peñacastillo y Cinesa
Mutatis mutandi los mutantes encuentran otra vida en pantalla a través de una arriesgada pirueta entre el viaje en el tiempo, la coherencia con el resto de la saga y la sofisticación. Lo cierto es que ‘X-Men: Días del futuro pasado’ roza la excelencia al combinar una narración sólida, un rizo que supera los temores de las forzadas prótesis de las franquicias y una elegancia visual extrema. Además cada personaje, dentro de esa orquestación coral de los personajes de la Marvel, tiene su protagonismo y su deslumbrante sello de identidad.
Cómic, emociones, ironía de fábula política con Vietnam, Nixon y JFK como fondo argumental y un sentido del fantástico que concede mayor personalidad a la apuesta, independizándola de la propia saga. Una secuela con sentido de la grandeza sin caer en ampulosos manierismos, jugando con el tiempo con verdadera elegancia.
Bryan Singer es un mago que lo mismo imprime sentido sinfónico a este reencuentro con atmósfera setentera que se permite jocosas vueltas de tuerca con Lobezno como personaje casi preferente. Aunque el espectador primerizo de la saga se sentirá un poco huérfano, la película utiliza con inteligencia el pasado, presente y futuro de sus criaturas y hace uso de la acción con un tono que mezcla a la perfección lo operístico con lo intimista. Precisamente uno de sus factores más atractivos y arriesgados es su equilibrio a la hora de empapar la acción con lo reflexivo, lo trascendente con lo frívolo, el entretenimiento con una hondura emocional y existencial.
Entre superpoderes y exaltaciones visuales, esta entrega coquetea con sus precedentes y da un paso más en la definición de los personajes. El profesor Singer enseña el camino a sus poderosos discípulos y todo adquiere una mezcla de iniciación y lucidez muy humanas. El reparo compite en estrellas pero no se deslumbran unas a otras porque el cineasta controla y dosifica la apariciones. Hay un malo con mucha miga, la digital y la otra, y eso garantiza que la función gane peso. El blockbuster tiene piel y sangre y hueso. No es un artefacto. Aquí el filme reinventa la franquicia sin traiciones. Acerca de una manera más revolucionaria el guión y el dibujo originales y se permite un corte de manga a cualquier ‘decisión final’. La coincidencia en cartelera con ‘Al filo del mañana’ no deja de ser un guiño curioso que siembra y opone el fértil campo minado de los juegos temporales. Déjense llevar: este magnífico laberinto está abierto como un viaje al pasado con mucho futuro.