Me cruzo por la calle con un tipo que parece hablar solo. Le detecto de lejos. Se ríe, gesticula… En realidad habla por teléfono, pero lo que yo veo es un hombre hablándole a un cable que le cuelga de un bolsillo. Muy ‘modelno’. ¿Pero de verdad es tan importante ir con las manos como palomas surcando el cielo? ¿Tanto pesa el artefacto? ¿Tanta marca colorada deja en la oreja? Igual es comodísimo. Seguro que lo es. Pero, más allá de los supuestos prácticos que siempre encuentran los del ‘no, pero’ o el ‘y si’, yo no lo veo. Salvo que te guste ir de ‘modelno’ por la vida y creas que los demás se morirán de envidia diciendo ‘que tipo más a tope’ cuando en realidad piensan ‘vaya un colgao’.
No se me enfaden. Es que me ha vuelto a dar por recopilar preguntas que no llevan a ninguna parte. ¿Por qué eso de ‘gel de baño y ducha’? Esa la leí el otro día en Twitter. Me pareció fascinante. Luego está un clásico personal. El del chaval guapete que llega al bar de copas y se queda en camiseta porque hace calor, pero no se quita el gorro de lana de la cabeza. Ahí se deben poder cocer un par de huevos, pero da igual. Otra vez la ‘modelnez’. Cuando me tomo un par de copas me obsesionan estas cosas.
De verdad, no quiero ofender. Pero prefiero hablar de esto que de todo lo que nos rodea a derecha y a izquierda. Prefiero pensar un rato en lo estúpido de agacharse cuando llueve que en el hecho de convocar a todo el mundo para dar una explicación pero no aceptar preguntas. Eso no está bien, pero al menos lo entiendo. Sé de qué va. Porque lo de, para esa misma convocatoria, meterse en una sala y que te tengan que ver por una pantalla desde otra no es que me parezca mal. Es que no lo entiendo. Como tantas cosas en esta nuestra política. En todas las trincheras. Pero bueno, sin ofender, que no quiero hablar de esto…