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Álvaro Machín

El Paseante

Los venidos a menos

Me parece fascinante. Esa atmósfera decadente… Lo vi en una exposición, no hace mucho y apunté su nombre en el móvil (la tecnología para los torpes es haber dejado de llenar los bolsillos de papelitos). Es París, la bohemia, el hada verde, la poesía… El cuadro tiene subtítulo. Se llama ‘The absinthe drinkers’ (los bebedores de ajenjo), pero justo a su lado había también un ‘los venidos a menos’. Interesante.

 

Para saber más del cuadro sólo hay que pinchar

 

Porque esa coletilla, más allá de que los personajes de la pintura griten en silencio su descenso a los infiernos, me hizo pensar en Santander. Aquí, más que nuevos ricos hay muchos venidos a menos. No llevan sombrero de copa desgastado, ni rebajan tanto la mirada que la terminan clavando en el fondo de un vaso de tasca. El venido a menos santanderino aún mira por encima del hombro y se baja de un buen coche que, seguramente, habrá dejado sin pagar. Él sabe cómo hacerlo.

 

Sabe aparentar. Sabe pisar los buenos restaurantes sólo cuando invitan. Porque, de lo otro, nada. Igual que los conciertos. Llamo al que haga falta para ese par de entradas. Lo de saludarle por la calle al tercer día ya es otra cosa… Son la salsa de toda inauguración. Luego no vuelven, salvo que sea costumbre que las copas salgan gratis. Cuidado, siempre andan con algún negocio. Lo curioso es que cada cierto tiempo suele ser uno nuevo. Es proporcional, cada dos por tres ideas, seis pufos.

 

Pero ellos son lo más. Los que saben, los que tienen amigos de Madrid que les vienen a ver en verano. De esos que se acercan al ‘pueblín’ una vez al año, pero que viajar, lo que es viajar, Torrelodones. En Cañadío soy capaz de distinguirlos de un vistazo sólo con la regla de la pe: pelo, polo y pantalón. Porque la otra pe, la pose, ya la ponen los de aquí.

 

No se mezclan. Acabarán casados entre ellos a ser posible con alguien que garantice la ‘salvación’ y pague las facturas. De familia bien. Que lo suyo, vamos, no sea de pega. Un nuevo rico de verdad o uno de toda la vida. Eso, o meterse en política. Por profesión, no por vocación. De cargo toda la vida. Y así podrán seguir mirando por encima del hombro…

 

No como Max Estrella. No como los bebedores de absenta…

 

 

Nota: No se generaliza. Y en este artículo tampoco.

Artículos de opinión sobre la vida cotidiana

Sobre el autor

Santander (19 de noviembre de 1976). Licenciado en Periodismo. Ha compaginado durante años su labor en la prensa con trabajos en radio y televisión. Autor del blog 'El paseante'.


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