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Álvaro Machín

El Paseante

La nostalgia en presente

Crónica del doble concierto de Los Secretos en Santander.

En las noches secretas las edades se diluyeron entre las olas del Cantábrico y las letras que no entienden de modas. El mar todo lo iguala. Los de cuarenta gritaban con la misma fuerza que los de veinte. Unos se compraban vinilos y llevaban cazadoras vaqueras y otros escuchan un MP3 con los pelos reñidos con el peine. Pero la música es la misma. Los Secretos pusieron la banda sonora de la vida a una doble cita en el BNS incluida dentro del ciclo “A solas con…”. Un éxito para la memoria. Recuerdos en presente.
Fueron dos noches con mucho que escuchar: la primera, la del jueves, con una notable entrada y la segunda, al día siguiente, con un lleno absoluto. Una película de treinta años en dos episodios y con la dirección también distribuida a doble mando. Bajo el Urquijo como techo, Álvaro ejerce de capataz de obra en la tierra lo que el ingeniero Enrique aún diseña desde Desde el panteón de las voces y guitarras. Y el resto de Secretos. Siempre iguales y siempre diferentes. Siempre renaciendo. Siempre cumpliendo. Siempre bien. Siempre.
Como el vino
Porque desde hace treinta años no han dejado de estar. Hay menos glamour, más barriga y menos pelo. ¿A quién no le pasa? Pero su música, y no es efecto de la nostalgia, suena aún mejor. No es triste, como dicen algunos. Los que fueron al concierto salieron con un chute optimista. Aunque nadie miró a la tristeza como Enrique. Y Álvaro lo hace cada día mejor
En España los músicos no llegan al asilo con la guitarra y el cuaderno de letras repleto de apuntes. Es una pena. Pocos dejan herencia. Los nietos de Los Secretos tienen garantizado el testamento de las canciones.

A continuación, añado otro texto que publiqué en el Suplemento De Marcha en torno a Los Secretos:

Pero a tu lado…

He muerto y he resucitado tantas veces He tratado de escribir la letra definitiva y encontrar la palabra justa sobre un vidrio mojado. Por eso, como todos, he resbalado muchas veces. Me quedé colgado cuando más empeño puse en hacer las cosas bien, con la única compañía de mi amiga mala suerte. En esos días, en los que las paredes te gritan “Qué sólo estás” En esas noches en las que no amanece y el alcohol te arrastra a la calle del olvido… Cuando la barra de bar te invita a beber hasta perder el control porque alguna buena chica te dijo “déjame”. Entonces, cada día, encontraba un motivo para volver a ser un niño y pensar que los problemas son sólo pasajeros. Porque la rutina tiene dos caras distintas, dos miradas disfrazadas con distintos ojos: ojos de gata y ojos de perdida. Una eterna lucha.
Y ellos no fallaron. Como si su música se construyera sólo para mí para gritarme que está prohibido llorar. Por eso hoy firmo un cambio de planes y descubro en el tránsito diario de alegrías, penas, palabras, éxitos y fracasos que todo sigue igual. A ellos, a Los Secretos, les doy las gracias por elegirme, les reconozco que cumplieron su eterna promesa de vernos en abril, justo cuando el invierno empieza a dormir, y les confieso que, en mi teléfono, espero leer esta misma tarde una frase muy especial: Te he echado de menos.

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Sobre el autor

Santander (19 de noviembre de 1976). Licenciado en Periodismo. Ha compaginado durante años su labor en la prensa con trabajos en radio y televisión. Autor del blog 'El paseante'.


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