Fátima Figuero | Voluntaria cántabra
Esta peluquera santanderina vuelve hoy a los campamentos para ayudar a las familias que se encuentran atrapadas en el limbo europeo
EL VERDADERO MILAGRO DE FÁTIMA. Esta santanderina ha agitado a los cántabros y ha conseguido recaudar toneladas de ropa. Ahora tiene 10.000 kilos de comida en un almacén y espera reunir el dinero necesario para enviarlo a Grecia cuanto antes. :: Foto: Celedonio
La vida de la santanderina Fátima Figuero cambió un día del pasado mes de febrero cuando en Facebook se encontró con el llamamiento de un cántabro que pedía mantas y ropa de abrigo para los refugiados que estaban llegando a Lesbos. Él estaba allí rescatando del agua a los que intentaban alcanzar la costa. A Fátima le habían diagnosticado cáncer de mama en agosto y tras someterse a una operación y al tratamiento pertinente, pensó que no quería que su enfermedad estuviera presente en su casa todos los días a la hora de comer. Así que al ver lo que ocurría en Grecia empezó a llamar a sus conocidos para pedirles que le dieran todo lo que pudieran. Consiguió reunir doce toneladas de solidaridad. Hoy vuelve a los campamentos porque reconoce que no puede quedarse sentada viendo lo que ocurre por la tele.
–¿Quién es Fátima Figuero?
–Una peluquera en paro que mientras se recupera de un cáncer está haciendo todo lo que puede por los refugiados. Como yo hay miles de personas. No soy nadie especial.
–No será nadie especial pero reunió doce toneladas de ropa en unos días…
–Porque estoy rodeada de gente muy solidaria, muy concienciada de la suerte que tenemos de vivir donde vivimos. A nadie le cuesta ayudar ya sea con ropa que no se pone o con dinero. Cantabria es maravillosa.
–¿Cómo empezó todo?
–Un día curiosendo en Facebook vi que un chico de aquí que se llama Carlos Zabala, de Proactiva Open Arms, pedía ayuda desde Lesbos. Lo moví a través de las redes y me sorprendió la respuesta de la gente. Durante doce días media región se volcó. La empresa Bathco me dejó una nave, otra me dio palets, otra se encargó de la logística… Y la ayuda definitiva llegó cuando en marzo Jorge Gutiérrez, de Cooperación al Desarrollo del Gobierno de Cantabria, se enteró y me ayudó a enviar todo a Grecia. Gente como él es la que me ha hecho recuperar la confianza en los políticos. También me he reunido con Revilla y con Guillermo Blanco. Que saquen tiempo para escuchar a los ciudadanos ya les hace diferentes, al menos para mí.
–¿Y cuándo decidió viajar allí?
–Cuando salió la mercancía no dudé un instante en seguirla hasta el destino final. Estaba segura de que cuando alguien quiere ayudar, nada ni nadie puede ponerse en medio. Y una vez allí conocí a muchos voluntarios que estaban haciendo un trabajo increíble como los Bomberos en Acción de Zamora.
–¿Es tan duro como parece?
–Más. Nadie puede hacerse una idea de lo que es aquello hasta que no lo ve con sus propios ojos. Los refugiados son gente como tú y como yo, que tenían su casa, sus trabajos, una vida resuelta y la guerra les ha hecho salir corriendo. Lo bonito es que ellos no piden nada y te agradecen todo. Saben sonreir con los ojos, y eso es lo que a los voluntarios nos da fuerza para continuar.
–Una imagen que no se quite de la cabeza de aquellos días…
–Uff… Recuerdo que se me puso un nudo en la garganta una mañana que vi cómo una madre calentaba la leche para el desayuno de sus hijos en una hoguera. Sobre el fuego ponía la botella de plástico protegida con barro para que no se quemara. Cosas como ésa ocurren todos los días, y Europa mira hacia otro lado. Se me han quedado grabadas sus miradas, sus ojos de agradecimiento.
–Será difícil contener las lágrimas…
–Muy difícil… Un día en el Pireo se me acercaron unos niños. Eran hermanos y estaban allí con sus padres. Les compré comida y comimos juntos. Yo me emocionaba y los niños me limpiaban las lágrimas.
–¿Cómo fue la vuelta a su casa?
–Dura porque te cambia la perspectiva de todo, pero tengo la suerte de tener una familia maravillosa y una pareja que me entiende, que hace coger aire y distancia. Pero me cuesta. Por eso he decidido crear una asociación para seguir ayudando todo lo que pueda.
–¿Una asociación?
–Sí. La hemos llamado Movimiento Ciudadano de Acción Directa Cantabria Actúa. El nombre es un poco largo pero quería reflejar todos esos conceptos. Ya somos casi 80 personas. Hay policías, abogados, amas de casa, estudiantes… Todos podemos ayudar ya sea con cosas materiales o con dinero directamente.
–¿Cómo utilizará ese dinero?
–Para este viaje llevo cantidades concretas que me han dado para cosas concretas. Por ejemplo, un conocido me ha dado 300 euros para que una vez en Grecia compre permitrina, que es una crema para tratar la sarna y combatir los piojos. Allí hace mucha falta y es más barata que aquí.
–¿Y la comida?
–También. El Banco de Alimentos me ha dado 10.000 kilos de comida que tenemos en una nave esperando reunir fondos para poder enviarlos cuanto antes.
–¿Cuál es la principal necesidad?
–Hay mucha falta de información. La gran mayoría no saben qué hacer, ni cómo pedir asilo. Les dan papeles en griego para que los firmen y se los llevan en autobuses diciendoles que van a otro campamento y se los llevan detenidos para después mandarles a Turquía. Es increíble. Después de caminar durante kilómetros y kilómetros; después de dar todo lo que tienen a las mafias para que les crucen en una lancha; después de ver cómo muchos han muerto… Después de todo eso los devuelven a Turquía. Yo no me puedo quedar aquí viendo lo que ocurre por la tele.
–¿Cree que hay voluntad para que esto se solucione?
–Creo que muchas acciones pequeñas pueden hacer algo grande. Pero lo que los refugiados necesitan es que terminen las guerras y volver a sus países.