En Siria era peluquero, y aunque salió de allí sin nada, este joven ha conseguido en Grecia una navaja y espuma de afeitar para montar su negocio en la carretera de Idomeni. No siempre cobra, pero si el cliente tiene dinero, le pide un par de monedas. Utiliza la misma toalla y la misma cuchilla durante horas. Es importante poner la silla cerca de algún generador porque también tiene una maquinilla electrica para cortar el pelo.