E l debate político acompaña al Racing en su dolorosa cuesta abajo desde la Primera División hasta la Segunda B en la que ahora milita, desde la fugaz aparición del misterioso Alí Syed –en vísperas de las elecciones autonómicas de 2011 y con el club en riesgo de disolución– hasta la fecha, en una coyuntura institucional, económica y social todavía peor, al borde de la liquidación La polémica racinguista ha resucitado después de haber pasado todo el verano bajo tierra, como si no hubiera ahora nada más importante en tiempos tan difíciles. Muy mala señal.
Después de varios meses de duro debate en la comisión de investigación de Cantur, la mayoría del PP en el Parlamento aprobó la remisión a la Fiscalía de las supuestas irregularidades detectadas, entre ellas la compraventa del Racing y diversas operaciones en la gestión de la empresa pública de turismo, entre ellas la construcción de la llamada ‘Casa de los Gorilas’ en el Parque de la Naturaleza de Cabárceno.
El PP daba entonces por terminado el ciclo de la denuncia de la ‘herencia recibida’ para impulsar una fase más constructiva. Era justamente el ecuador de la legislatura y había algunos indicios positivos: tres meses consecutivos de creación de empleo y la inversión del Estado en la conexión ferroviaria con Madrid y en la Autovía Solares-Torrelavega.
‘Piezas mayores’
Pero ahora, con los indicadores económicos a la baja, el Gobierno del PP ha decidido ‘recalentar’ el asunto Racing por si la acción de la Fiscalía no fuera suficiente y también como reacción al revés sufrido por el dictamen de la Corte Arbitral de la Cámara de Comercio de Madrid en el intento de recuperar el control de la sociedad. Y no sólo se trata de que el consejo de administración de Cantur resuelva emprender acciones penales contra los responsables de la rocambolesca compraventa de la entidad sino también de devolver el asunto al primer plano del debate, mediante el altavoz mediático de una iniciativa del PP para que el Gobierno anunciase en el Pleno del Parlamento un nuevo asalto en el combate del Racing.
Los objetivos son, básicamente, los mismos. El PP alimentó durante un tiempo la esperanza de involucrar judicialmente a Miguel Ángel Revilla en las eventuales irregularidades en GFB, en Cantur o en el Racing, pero el expresidente se ha mostrado rocoso a la hora de rechazar todo conocimiento o responsabilidad en las actividades de sus subordinados en el Gobierno PRC/PSOE.
De modo que la ofensiva se centra en dos ‘piezas mayores’, los exconsejeros Francisco Javier López Marcano, ‘eterno heredero’ de Revilla en el liderazgo del PRC, y Ángel Agudo, presidente del PSOE de Cantabria, y su cercano colaborador Luis Egusquiza, exdirector del Instituto Cántabro de Finanzas.
La novedad es que Cantur también incoa acciones penales contra el expropietario del Racing, Jacobo Montalvo. Un momento de gozo para el PSOE pues fue Montalvo quien en la comisión parlamentaria suministró al PP munición contra Agudo y Egusquiza. ‘Roma no paga traidores’ ha sido la frase recurrente al respecto.
El PP había sugerido que incluiría en sus acciones legales a Francisco Pernía –aunque siempre con gran cautela cuando se trata del expresidente del Racing, en su día consejero del Gobierno y alto cargo del partido–, y a su sucesor, Ángel Lavín. Pero de momento nada se ha concretado. Y a Alí Syed, que es el propietario legal del club, ya se le da por perdido para una causa judicial que tiene esencialmente naturaleza política.
Pasado y futuro
En el rifirrafe, el presidente Ignacio Diego afirma que su Gobierno no está haciendo nada más que lo justo y necesario para defender los intereses de los cántabros, los 7,7 millones de euros de las acciones de Cantur en el Racing, mientras que la oposición PRC/PSOE interpreta que se trata de una cacería política y una cortina de humo para ocultar las incapacidades del Ejecutivo.
Tampoco en esto hay nada nuevo. Los argumentos son los mismos de la primavera pasada y además no tienen por qué ser incompatibles. Una cosa es que el Gobierno regional ponga los medios para desentrañar la opaca operación de compraventa del Racing con dinero público de por medio –y el tema ya está en poder de la Fiscalía– y otra que devuelva el caso al centro de la arena política y de la atención mediática.
Como si la venta del Racing fuera lo perentorio y no hubiera necesidad de elevar el debate a la altura de las difíciles circunstancias. Con la crisis golpeando a Cantabria más fuerte que al conjunto de España, con el empleo cayendo de nuevo de forma contundente y con negras perspectivas al menos en el corto plazo, la estrategia del PP de confrontación y de recrear de nuevo el pasado lleva consigo el riesgo de la incertidumbre sobre si hay respuestas para el presente y para un futuro incierto.