Ignacio Diego sabía ya, al menos desde el viernes anterior, que un grupo de jóvenes radicales se proponía ‘dinamitar’ su comparecencia en la Universidad del lunes para someterse al ‘Tengo una pregunta para usted’ organizado por el Consejo de Estudiantes. No era un ‘escrache’, como habían ‘vendido’ sus promotores, sino una protesta más o menos abrupta con ocasión de uno de tantos actos públicos. Así que el presidente desechó la ‘opción Wert’ de buscar una excusa para no acudir a los premios Goya y ahorrarse las pullas de los cineastas, y se presentó en la UC. En realidad, a Diego le tientan esos trances del ‘cuerpo a cuerpo’ más de lo que le gustaría a sus asesores, pero en esta ocasión no había dudas. A juicio del Gobierno, no era cuestión de amilanarse ante un «grupo reducido de izquierda radical que sólo busca el sembrar caos» y menos aún cuando los números confirman una implicación del PP con la Universidad más generosa que la de los últimos años del anterior Ejecutivo. Por lo demás, quizá el presidente podría manejar razonablemente bien una situación hostil, como había sucedido en el acto de presentación del nuevo Valdecilla en el que dio voz a los críticos con el proyecto de gestión público-privado. Aunque la algarada arruinó el debate con los estudiantes, al menos le sirvió al presidente como entrenamiento , pues sabe las numerosas protestas que su Gobierno deberá enfrentar en adelante. La batalla política también estará en la calle.
La manifestación de ayer en Santander contra los recortes en la educación es la primera gran protesta de la temporada en un calendario que incluye el proyecto público-privado de Valdecilla, la reforma de la ley del aborto, la crisis industrial y el paro, el fracking, las preferentes o los desahucios; es decir, un amplio abanico de asuntos de calado social y de desgaste para el PP. La reciente constitución en Cantabria de la asamblea ‘Libres’ con el objetivo de combatir la represión de las protestas populares es un indicio de la efervescencia del descontento popular que puede instalarse en las calles. Primero, en las semanas anteriores a las elecciones europeas del 25 de mayo. Después, en el tramo previo a los comicios autonómicos y municipales de 2015.
O sea, el clima de crispación social propicio para los grupos políticos de la oposición, especialmente el PSOE o IU, más conectados a las plataformas ciudadanas y a los sindicatos que el PRC. Ahora que las urnas están cerca, los socialistas subrayan su diferencia ideológica y política con el regionalismo, que no concurre a las europeas. Pero es una distancia más bien táctica, electoral y pasajera, que ni ahora les ha impedido pactar las mociones de censura en Torrelavega o Mazcuerras ni a su debido tiempo dificultaría reeditar en 2015 un Gobierno regional de coalición si les salen las cuentas.
También los líderes políticos dan la batalla en la calle. Ignacio Diego comenzó en enero su gira ‘Las cosas claras’ y Miguel Ángel Revilla replica con un ‘tour’ regional hasta mayo o junio que inició el jueves en Torrelavega y que hará compatible con las presentaciones de su segundo libro y las apariciones en televisión.
Al Gobierno, más que la labor pedagógica con la ciudadanía, lo que le preocupa de verdad es la evolución de las cifras económicas, la crisis industrial y el empleo, para dar respuesta a la oposición y a las protestas sociales. Después de cinco meses consecutivos de aumento del paro, el Ejecutivo espera reproducir pronto la racha positiva que el año pasado se prolongó un semestre, desde marzo (gracias a una Semana Santa temprana) hasta agosto. En un territorio tan incierto como la tendencia del empleo, lo único seguro son los 1.400 puestos de trabajo que se crearán en los municipios a partir del mes que viene, subvencionados por la Administración, más los que empiecen a generar los planes de obras municipales.
Lo demás es incertidumbre. La previsión del Gobierno de captar 35 empresas mediante la oferta de suelo industrial valdrá para mantener 350 empleos y crear otros 250, muy pocos para las cifras de paro, pero que pueden ayudar al cambio de tendencia.
Diego anima a los empresarios regionales a desarrollar proyectos porque hay recursos para apoyarlos, ‘vende’ oportunidades de inversión en Cantabria en sus viajes a Barcelona, Madrid o México, y anuncia que hay otras empresas foráneas, dos de ellas vascas, dispuestas a seguir los pasos de Tubacex para instalarse en Cantabria.
El presidente se ha resistido a concretar la participación de la empresa pública Sodercán en este último proyecto –al menos 700.000 euros–, aunque el dato más confidencial no es ese sino el de cuántos puestos de trabajo creará la compañía vasca cuando arranque dentro de unos meses. No se sabe tampoco si habrá esa misma implicación con otras empresas que lleguen. El Gobierno es consciente de que tirar directamente de las arcas públicas para ‘engrasar’ nuevos proyectos privados o para salir al rescate de Nestor Martin está muy lejos del ideario del Partido Popular, pero la emergencia aprieta. Todo sea por el empleo.