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Jesús Serrera

A Capella

De la Serna no se va del todo

Jueves, 3 de noviembre, 12.45 horas, al final del acto que recuerda todos los años la tragedia del Cabo Machichaco junto al monumento conmemorativo. Íñigo de la Serna se acerca sonriente al grupo de concejales en el que se encontraba el portavoz municipal del PRC, José María Fuentes-Pila, con quien mantiene una relación fluida y cordial dentro de la rivalidad política, y le suelta: «Bueno, parece que vas a perderme de vista una temporada como tú querías». Superado el choque inicial, a partir de ese momento toda la Corporación santanderina empezó a asimilar que al alcalde le quedaban pocas horas en el cargo.
En efecto, De la Serna ya había recibido la llamada de Mariano Rajoy. Más allá de algunas inquietudes de carácter personal, sólo cabía la respuesta afirmativa. Un salto de mucha calidad en la jerarquía política, por lo demás pendiente desde que hace más de dos años Rajoy y el alcalde santanderino hablaron de su continuidad como candidato en Santander, pero también del futuro a medio plazo . Este verano, De la Serna dio mucho que hablar cuando en un encuentro profesional opinó que el próximo ministro de Fomento debería ser un ingeniero (como él), pero su premonición ha resultado certera.
Y en el momento justo. Porque no faltan quienes prefieren interpretar el nombramiento como un rescate de lujo para un alcalde en apuros, tras un largo mandato de nueve años y medio que termina por minar el caudal político y el entusiasmo, ya sin mayoría absoluta en esta tercera legislatura, y con la oposición de los partidos y de los grupos ciudadanos lanzada con toda la artillería en su contra: en múltiples frentes, pero sobre todo desde las informaciones que anticiparon la anulación por el Tribunal Supremo del Plan General de Ordenación Urbana de Santander.
Dos semanas después, la sentencia no se ha hecho pública y no se sabe por tanto si los jueces se cargan radicalmente el modelo que propone el plan, el crecimiento urbanístico «irreal y especulativo» al que aluden las críticas, y obligan a emprender un nuevo proceso que llevará años, o se trata de algún aspecto técnico concreto de menor alcance.
En todo caso, ese trance va incluido en la herencia de la alcaldía, a la que optan Gema Igual y César Díaz, aparentemente con más posibilidades que Ana González Pescador. A De la Serna le espera el Ministerio de Fomento, tan lucido cuando hay dinero abundante, mucho más problemático cuando los recursos son escasos. Pero el alto destino en Madrid no significa el adiós a Cantabria y a sus vínculos personales, familiares y políticos. Su emotiva despedida de ayer así lo indica.
Desde esta perspectiva regional, De la Serna afronta el desafío de suceder en Fomento a Ana Pastor, probablemente la ministra que ha demostrado mayor conocimiento y atención a Cantabria y a sus reivindicaciones, como el propio Miguel Ángel Revilla ha reconocido en alguna ocasión.
El Gobierno autónomo ha modulado de inmediato su difícil relación con el ya exalcalde. Revilla, con ardor, y el PSOE, más comedido, han saludado con satisfacción el nombramiento de un ministro cántabro. No puede ser de otra manera: del departamento que asume De la Serna dependerá el avance del tren rápido, la reordenación de espacios ferroviarios en Santander o Torrelavega, el impulso al Puerto y a la obra civil que Cantabria reclama con urgencia.
También en el PP de Cantabria que preside Ignacio Diego se detecta un fulminante cambio de registro. Para empezar, en el relevo en la Alcaldía santanderina. La opinión de De la Serna será atendida con deferencia, no con la distancia de otros tiempos. El nuevo ministro nunca se mostró muy interesado en intervenir en la vida interna del partido, pero ahora su capacidad de influencia se dispara inevitablemente al ingresar en la plana mayor del Gobierno. En la fotografía del nuevo gabinete Rajoy en el que predomina la continuidad, De la Serna forma parte de los que representan la renovación, y eso es precisamente lo que él defiende en el PP. También en Cantabria, naturalmente, donde el partido vive horas bajas.
Así que los dirigentes y militantes más implicados del PP cántabro son conscientes desde el mismo jueves del nombramiento que las reglas de juego pueden cambiar. Hasta se les ha pasado por la cabeza, a ellos y también a sus adversarios, la idea de que desde la calle Génova pueden prepararles un ‘alonso’ para 2019. Sí, se trata de esa maniobra reciente mediante la cual el ministro de Sanidad, Alfonso Alonso, se convirtió en candidato del PP a las elecciones del País Vasco. En un territorio más propicio, seguro que Íñigo de la Serna tendría más posibilidades de éxito.

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Crónica, opinión y análisis de la actualidad. Con todas las voces, sin acompañamiento instrumental

Sobre el autor

Bilbao. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco. En El Diario Montañés desde 1982. Subdirector. Sobre este blog: Crónica, opinión y análisis de la actualidad. Con todas las voces, pero sin acompañamiento instrumental. Se agradecen las sugerencias para mejorar el repertorio.


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