Íñigo de la Serna, en traje de baño, y Miguel Ángel Revilla, pantalón arremangado, se echaron unas palas el domingo pasado en la Segunda Playa del Sardinero. Fue más una concesión a una foto curiosa para compartir en la prensa que una tregua en la batalla que enfrenta desde hace meses al Gobierno de Cantabria y al Ayuntamiento de Santander en múltiples frentes, pero la verdad es que al PSOE no le gustó ni mucho ni poco, ni en la forma ni en el fondo, esas familiaridades con el enemigo. Como si la fugaz ‘luna de miel’ que disfrutaron en el inicio de la legislatura quienes están al frente de las dos principales instituciones de Cantabria reverdeciera en una segunda oportunidad. No, ni hablar. El intercambio de raquetazos seguirá, pero a cuenta del Mupac, del Archivo Lafuente, de los diques de La Magdalena, de los fondos presupuestarios para Santander y lo que vaya saliendo. Todos se juegan en esa batalla el futuro político.
El enfrentamiento era bien previsible desde que las elecciones autonómicas y municipales de 2015 devolvieron al Gobierno a la coalición PRC/PSOE y dejaron al PP sin otra gran fortaleza que el Ayuntamiento de Santander. La etapa de lealtad, colaboración y ‘buen rollito’ abierta entonces por Revilla y De la Serna duró lo que tardaron en llegar los ‘problemas culturales’ del Banco de España, el Archivo Lafuente, el Mupac… Revilla intentó entonces navegar entre dos aguas, entre el amago del PSOE de trasladar el museo y la presión del alcalde, pero en último término el presidente tuvo que ponerse al lado de sus socios en el Gobierno y tomar distancia con el regidor santanderino.
La estrategia del PSOE en esta pugna es más visible y mejor armada, bien conectada en el Gobierno y en el Ayuntamiento. Todos a una. El relato socialista toma como referente la legislatura 2007/2011: frente a la actitud beligerante que ya tomó en aquella etapa el alcalde De la Serna, la tendencia conciliadora del Gobierno de coalición resultó un fracaso en términos políticos y electorales.
Así pues, ahora toca presentar batalla. En una perspectiva a largo plazo, el objetivo del PSOE de acercarse a lo que fue en Cantabria en otro tiempo pasa por crecer en Santander, el feudo del PP y De la Serna.
Naturalmente, también al PRC le gustaría mejorar su rendimiento en la capital, pero lo cierto es que el partido de Revilla ha sido capaz de progresar mucho en los últimos años, hasta convertirse en la segunda formación de Cantabria a corta distancia del PP, sin haber contado nunca con un fuerte respaldo electoral en el primer municipio de Cantabria.
A los socialistas les parece, incluso, que el PRC municipal no es lo suficiente proactivo frente al PP gobernante. Los regionalistas entienden, por el contrario, que su papel opositor en la Corporación no puede ofrecer ninguna duda, aunque no se apuntan al disparo a ráfaga sobre todo lo que se mueve sino que prefieren una acción más selectiva de propuestas acordes con el modelo de ciudad que defienden.
Ni al PRC ni a Revilla les gustó nunca la idea del pacto a cinco bandas para desalojar a De la Serna, que ha mantenido su precaria mayoría gracias al apoyo estable de Ciudadanos. Con la fractura interna de Ganemos Santander Sí Puede, ahora ni la moción de censura es factible ya que la ley prohibe usar el voto de un edil no inscrito como Antonio Mantecón. Una paradoja: Mantecón, tan crítico con De la Serna que hasta le ha demandado, ha resultado ser un seguro de vida para el alcalde.
Con el Parlamento y sus grupos políticos tan relajados durante el largo y cálido verano, el rifirrafe político discurre entre el Ayuntamiento y Puertochico y toca casi todos los palos. De la Serna exhibe la potencia de los 125 millones de euros que dispone para invertir en obras y proyectos, frente a la penuria del Presupuesto gubernamental, y a modo de réplica, desde el Ejecutivo regional le recuerdan que la caída del desempleo es tres veces más pronunciada en Torrelavega que en Santander.
En el PRC y en el PSOE reiteran, y acaso temen, que el protagonismo de De la Serna, su hostilidad contra el Gobierno, están directamente conectados a la intención de hacerse a su debido tiempo con el liderazgo del PP de Cantabria y de ser su candidato autonómico en 2019.
Bueno, también a la gente del PP de Cantabria les gustaría disipar pronto esa duda, para bien o para mal, desde el líder, Ignacio Diego, hasta el último dirigente y los militantes más implicados.
Con la máquina de hacer oposición a medio gas, con la atención puesta en la incierta política nacional, en la suerte del Gobierno de España y de Rajoy, y en tomar posiciones para cuando llegue, no se sabe cuándo, el congreso que ha de marcar la continuidad o la renovación, todo el aparato del PP tiene la mirada puesta en Íñigo de la Serna en busca de algún indicio improbable sobre sus planes de futuro. A estas alturas ya debieran saber que el alcalde santanderino no es de los que apresura los tiempos ni se embala a la hora de tomar decisiones.