Lo mismo en las administraciones que en la empresa privada, en tiempos de estrecheces y presupuestos escasos, los expertos de la economía recomiendan concentrar la inversión en unos pocos objetivos importantes antes que dispersar las migajas para intentar abarcar todos los sectores con proyectos que casi siempre resultan irrelevantes o poco eficaces. Esta es también la teoría que arropa la estrategia del nuevo Gobierno regional PRC/PSOE. Subrayar con profusión la precariedad de recursos que el PP le ha dejado por herencia no es suficiente, en adelante también habrá de demostrar capacidad de gestión hasta en los momentos más duros. La apuesta por la reactivación de la comarca del Besaya pretende ser uno de los ejes centrales del Ejecutivo autónomo, con la anhelada reapertura de Sniace como estandarte de un nuevo ciclo de progreso.
El plan de impulso al Besaya prevé un esfuerzo integral en el gasto y la inversión en una comarca en la que el desempleo se eleva hasta el 25%, entre cinco y seis puntos más que la media regional. Es decir, no se trata solo de las medidas para la reindustrialización ya anunciadas, sino que se extiende a todas las áreas de gestión del Gobierno regional, desde las obras públicas y los transportes al medio ambiente o la educación, incluso en el nivel universitario. Un despliegue transversal, ambicioso y de largo aliento que repare el tejido social y productivo tan dañado en Torrelavega y su zona de influencia por la crisis.
La teoría, naturalmente, necesita un soporte financiero que todavía no está cuantificado. Bastante tiene de momento el consejero de Economía, el socialista Juan José Sota, con la delicada cirugía que consiste en recortar al conjunto de los departamentos gubernamentales nada menos que 110 millones de euros para que cuadren las cuentas de este año.
El ‘plan Besaya’ tendrá reflejo presupuestario a partir de 2016, con crecimiento progresivo en los siguientes ejercicios y sujeto a actuaciones específicas. Entre ellas destaca la creación de un parque tecnológico y empresarial vinculado al campus universitario y a los proyectos de emprendimiento. Esta es la prioridad transmitida al Consejo de Gobierno por José Manuel Cruz Viadero, el alcalde de la Corporación torrelaveguense, que está al frente de una coalición PSOE/PRC como la que ejerce el poder regional.
Los planes de recuperación de la cuenca del Besaya tienen también un importante plano institucional. Por un lado, en la Mesa de Diálogo Social, desactivada durante el mandato del PP, el nuevo Gobierno acaba de reunir a la patronal y los sindicatos con el propósito de impulsar un plan estratégico para Cantabria y en ese órgano el Besaya tendrá una consideración y un tratamiento específicos. Y por otra parte, están las gestiones ante el Gobierno central, al que el Ejecutivo autónomo ha reclamado la declaración de Zona de Urgente Reindustrialización para la comarca.
El Besaya está, junto al dinero del nuevo Valdecilla y el AVE, en la agenda de reivindicaciones que el presidente Miguel Ángel Revilla se propone presentar a Mariano Rajoy en una cita para la que todavía no le han dado fecha en La Moncloa. Pero también la vicepresidenta Eva Díaz Tezanos se ha dirigido oficialmente a su homóloga en el Gobierno central, Soraya Sáenz de Santamaría, para tener un encuentro personal, sin concretar por el momento, en el que abordar las medidas para la reindustrialización de Torrelavega y su comarca.
Así pues, en la apuesta compartida del Consejo de Gobierno por el Besaya la presión a Madrid es intensa y se aplica por dos vías independientes en el seno de la coalición de regionalistas y socialistas –juntos, pero no revueltos–, aunque el resultado es incierto en ambos casos.
La ofensiva por la recuperación del Besaya tiene un carácter general y está orientada al medio y largo plazo, pero tiene un hito muy concreto y más inmediato: la reapertura de Sniace. Cuando se van a cumplir dos años del cierre de la factoría que dio lugar a 533 despidos, la plantilla entera, el Gobierno es ahora optimista y confía en que se encadene una secuencia de episodios positivos: en las resoluciones judiciales, en la negociación de las deudas con las administraciones, y fundamentalmente, en las decisiones de los accionistas de referencia, en quienes el Ejecutivo observa una actitud seria y proactiva hacia el relanzamiento de la compañía.
El éxito de la ‘operación Sniace’ no solo significaría la salvación de un gran icono industrial de Torrelavega, con la recuperación de algunos cientos de empleos directos y el evidente efecto positivo en toda la economía del entorno. Sería también, y sobre todo, el emblema de un estimulante cambio de tendencia. Después de tantos años de recesión, tantas empresas cerradas o en declive y tanto empleo destruido, el retorno a la actividad de Sniace supondría una inyección de confianza en el futuro para una sociedad muy castigada. Y para el nuevo Gobierno, un resonante triunfo de alto valor político.