En la noche del domingo pasado, muchos socialistas –dirigentes y militantes de base, también de Cantabria– celebraban en las redes sociales, con similar entusiasmo al de Podemos, el contundente triunfo de Syriza en Grecia y el consiguiente desalojo del poder de la formación conservadora Nueva Democracia. Claro que eso fue unas horas antes de conocer que el partido de Tsipras ya tenía ‘precocinado’ un pacto con la derecha nacionalista y antieuropea, que en el nuevo Gobierno no había ni una sola mujer y que la importante cartera de Defensa caía en manos del paladín de la xenofobia y la homofobia en el país heleno.
Pero antes de este desencanto ya era muy dudoso que los socialistas tuvieran algo que festejar, como si de Grecia les llegara un feliz augurio del año intenso de elecciones que acabamos de inaugurar. Como si los ‘primos’ de Syriza, los de Podemos, no amenazaran la larga hegemonía del PSOE en el espectro de la izquierda española, una vez haya dejado a Izquierda Unida herida de muerte.
PP y PSOE llaman a la tranquilidad y proclaman que su supremacía bipartidaria seguirá vigente. Ese mantra recurrente de que ‘España no es Grecia y Syriza no es Podemos’, al que las huestes de Pedro Sánchez añaden ‘el PSOE no es el PASOK’, que al tiempo sirve para reforzar la doctrina de que los socialistas españoles no correrán el riesgo de pactar con la derecha en defensa del sistema ni pagarán caro ese error como los amigos griegos. O sea, que de momento dicen que no cunda el pánico, al menos hasta ver cómo aguanta el tirón Susana Díaz en Andalucía.
También en Cantabria se toma con relativa calma el empuje de Podemos, en esa idea extendida de que esta región es refractaria a los cambios revolucionarios, también en lo político, con sólo tres partidos en el Parlamento desde las elecciones de 1999, las cuatro últimas legislaturas. En todo caso, a estas alturas, PP, PRC y PSOE ya están hechos a la idea de que a partir de mayo tendrán al partido de Pablo Iglesias como acompañante en la nueva Cámara, que se reduce de 39 a 35 escaños.
¿Pero con cuánta fuerza? En las últimas semanas los políticos andan manejando un par de encuestas, de origen y consistencia más o menos verificables, más o menos ‘cocinadas’ a la carta. Aportan, en todo caso, algunos datos coincidentes. Los tres grandes partidos pierden apoyo respecto a 2011. El PP será de nuevo el más votado (14/16 diputados), pero lejos de la mayoría absoluta que marcarán los 18 escaños. El PRC se mantendrá como segundo partido (8/10) y el PSOE disputará tercer y cuarto puestos a Podemos con pronósticos similares (5/6).
Las encuestas, ya se sabe, tienen un valor relativo, hasta para quienes las encargan. Más todavía si como en este caso deben escrutar un fenómeno casi inédito como Podemos. También hay una coincidencia bastante generalizada entre los dirigentes de PP, PRC y PSOE en que los 5/6 escaños que reflejaba la intención de voto al nuevo partido a finales de 2014, cuando llegue la hora de la verdad en las urnas del 24 de mayo, pueden quedarse más bien en 3/4.
No es eso lo que piensan en Podemos, que en estos días andan inmersos en un complicado proceso para elegir a su dirección regional con cuatro candidaturas en liza en el que no faltan tensiones. El trámite estará cumplido a mediados de febrero y después acometerán la composición de la candidatura regional. Podemos cree que en Cantabria obtendrá un apoyo similar al que presume en el conjunto de España, en torno a un 20% de los votos, lo cual se traduciría en 6/7 diputados.
Un factor importante para Podemos en el 24-M, la candidatura ciudadana en Santander, no acaba de cuajar, y si lo hace no tendrá el plus de sus siglas, ya que el partido decidió en su momento no participar en los comicios municipales con su propia identidad.
Al PP le preocupa lo justo el auge de Podemos, porque tira del informe del CIS y ve que sólo el 6% de los apoyos asignados al nuevo partido le han llegado desde el caladero popular, frente al 45% procedente de IU, el 28% de UPyD o el 24% del PSOE. Más le preocupa al PP que la pérdida de entusiasmo de sus votantes respecto a 2011 alimente la abstención y ponga en riesgo su supremacía y el Gobierno en Cantabria, aunque sea sin la mayoría absoluta de 2011.
Del PRC no hay datos sobre el influjo negativo que le supone Podemos, sólo impresiones. Pero la formación de Revilla confía en la solidez de sus 100.000 votos en 2007 y 2011, en sus treinta alcaldes, en el deterioro del Gobierno y en que salgan las cuentas. Para empezar, sumando de nuevo con el PSOE, que a su vez transita una senda plagada de acechanzas: el PP por la derecha, Podemos por la izquierda, el propio Revilla al lado…
Lo más difícil será convencer a Podemos para una triple alianza, aunque el enemigo a batir sea el PP. Dirá la gente de Pablo Iglesias que no han llegado tan lejos para quemar su discurso a las primeras de cambio solo por hacerle el favor a cualquier partido de la ‘casta’ en una pequeña región de 600.000 habitantes y cuando le espera más adelante el verdadero desafío: las elecciones generales.