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Jesús Serrera

A Capella

Siempre junto al poder político

Julio de 1982. Al PSOE de Felipe González le quedaban apenas tres meses para alcanzar el poder como todo el mundo presentía en medio del derrumbe imparable del centro político español. También lo barruntaba Emilio Botín Sanz de Sautuola y López, ‘don Emilio el Viejo’, que frecuentaba aquel verano la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, incluso como alumno. En una de sus visitas a La Magdalena, el gran banquero que había capitaneado la expansión del Santander durante el largo régimen franquista, dijo a los periodistas que estaba «al 100 por 100» de acuerdo con el diagnóstico socio-económico de España y el discurso político del ‘cambio’ que los socialistas lanzaban por aquellos días. Pocos años antes había defendido la decisión de Adolfo Suárez de legalizar el Partido Comunista.
Los posicionamientos del patriarca de los Botín en 1983 eran ejemplos paradigmáticos de su capacidad de adaptación y de la voluntad de permanecer siempre al lado del poder cambiante y hacer valer su influencia en todo momento. Aquellas lecciones, que incluyeron el respaldo a la intervención de Rumasa en 1983, no cayeron en saco roto sobre quien entonces todavía llamaban ‘Emilito’ entre la clase alta de Santander y los grandes accionistas del banco. Desde que en 1986 sucedió a su padre en la dirección del Santander, Emilio Botín Sáenz de Sautuola y García de los Ríos ha cumplido con su ‘obligación’ –porque así se lo tomaba– de prestar un decidido apoyo a los sucesivos Gobiernos de España y a las medidas de uno u otro signo que han ido tomando, siempre correspondido desde el poder por una atención privilegiada a los intereses del banco. En Cantabria, Botín ha mantenido ese mismo código de actuación política, corregido y aumentado por la vinculación sentimental con su tierra.
La relación entre Emilio Botín y Felipe González fue relevante durante los diez años (1986-1996) en que ambos coincidieron al frente de sus altas responsabilidades. Un icono del sistema capitalista respaldaba con naturalidad a los Gobiernos de la izquierda, ausente del poder desde la II República. Al tiempo, el Santander consolidaba su posición dominante en la banca española y emprendía con fuerza su expansión internacional.
Pero Emilio Botín detectó el final de la etapa socialdemócrata y alentó la llegada al poder del PP en 1996 – «me huele bien su programa», sugirió– con José María Aznar al frente. A cambio recibió luego el espaldarazo del Gobierno en su agresiva política de crecimiento, por ejemplo en el duro proceso de fusión del Santander con el Central Hispano en 1999.
‘Siempre con el poder’, una norma tácita y constante para el gran banquero pragmático que lo mismo valía con la clase política que con la familia real o las altas instancias de la justicia, con la que tuvo problemas, pero no daño. Botín saludó igualmente la inesperada victoria electoral de José Luis Rodríguez Zapatero, ponderó sus éxitos iniciales en los tiempos de bonanza, cuando España jugaba en la ‘Champions’, y amparó posteriormente las reformas acometidas en la primavera de 2010 cuando ya el Gobierno socialista se había rendido a la evidencia de la gravedad de la crisis.
Otro tanto ha sucedido con Mariano Rajoy. Emilio Botín vislumbró su aplastante victoria en las urnas, primero apoyó sin fisuras los duros ajustes aplicados en todos los ámbitos de la Administración nada más llegar al Gobierno a finales de 2011, en consonancia con las obligaciones impuestas desde Europa, pero desde el año pasado su voz ha sido una de las más contundentes a la hora de expresar su confianza en la recuperación de la economía española y en un futuro de crecimiento y desarrollo.
En todo caso, los dirigentes de los dos grandes partidos nacionales han reconocido la extraordinaria y permanente contribución de Emilio Botín al prestigio internacional de España, la exaltación en los principales foros y ámbitos de decisión de sus valores socio-económicos; en definitiva, su decidido aporte a la ‘marca España’, como ayer subrayaron los principales portavoces políticos al conocer el inesperado fallecimiento del banquero.
Cantabria, atención y deferencia
La expansión internacional del Banco Santander y la creación de nuevos centros de decisión en Madrid y en el extranjero no han atenuado, sino al contrario, las relaciones de Emilio Botín con su región a lo largo de los 28 años en que ha permanecido al frente de la entidad. De hecho, la sede social del banco sigue en Santander, aquí se celebran periódicamente las juntas de accionistas y se instaló el Centro de Datos. Además, ciertas operaciones como las ampliaciones de capital del banco tienen una repercusión positiva en Cantabria en forma de impuestos, 72 millones de euros en la correspondiente a 2008.
Asimismo, el Impuesto de Sucesiones correspondiente a la herencia de ‘don Emilio el viejo’, fallecido en 1993, dio lugar a una larga batalla en los tribunales entre el Gobierno regional y la comunidad de Madrid, resuelta en el Supremo en 2006 a favor de Cantabria con el saldo a ingresar en la caja regional de 63 millones de euros (10.500 millones de pesetas).
Emilio Botín accedió a la presidencia del banco en los últimos meses del mandato de Ángel Díaz de Entresotos como presidente del Gobierno de Cantabria. En 1987 le sucedió Juan Hormaechea y posteriormente han ocupado el cargo Jaime Blanco, de nuevo Hormaechea, José Joaquín Martínez Sieso, Miguel Ángel Revilla e Ignacio Diego, con quienes ha mantenido una relación correcta, fluida e incluso cordial.
Botín se mantuvo siempre muy discreto en sus observaciones sobre la política o la economía regionales, con un mensaje de permanente optimismo y el patrocinio continuado, a través del banco o de la Fundación Botín, de proyectos relevantes, desde el Museo Altamira hasta la modernización tecnológica del Hospital Valdecilla, la Universidad o el Centro Botín. Y hasta el mundo de la cultura, pese a que él se reconocía poco sensible en esta materia. «Lo primero son los dividendos», decía sin complejos.
La larga y poderosa influencia de los Botín en el mundo financiero y su mecenazgo en Cantabria se han traducido en una actitud de especial deferencia y máximo respeto por parte de todas las instituciones, sin asomo de crítica hacia el presidente del banco que promocionaba el nombre de Santander en todo el mundo.
El único enfrentamiento reseñable en este tiempo fue la acción judicial que el banquero emprendió contra el periodista y exsenador socialista Juan González Bedoya –la Cámara Alta no concedió el suplicatorio para juzgarlo– por sus comentarios críticos con la familia Botín.
En los últimos años, la presencia y las relaciones institucionales de Emilio Botín en Cantabria han sido más frecuentes que nunca, como si el paso del tiempo le señalase un más intenso retorno a las raíces. Miguel Ángel Revilla alude a su contacto frecuente con él hasta las últimas semanas y a su creciente interés hacia los asuntos de Cantabria.
El alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, ha desarrollado en los últimos años una intensa colaboración con el banquero, la más importante de las cuales se ha traducido en el Centro Botín, el gran legado del banquero a su ciudad, que no ha podido ver terminado.

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Crónica, opinión y análisis de la actualidad. Con todas las voces, sin acompañamiento instrumental

Sobre el autor

Bilbao. Licenciado en Ciencias de la Información por la Universidad del País Vasco. En El Diario Montañés desde 1982. Subdirector. Sobre este blog: Crónica, opinión y análisis de la actualidad. Con todas las voces, pero sin acompañamiento instrumental. Se agradecen las sugerencias para mejorar el repertorio.


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