Una segunda oportunidad
2014 Dinamarca
Directora: Susanne Bier.
Reparto: Nikolaj Coster-Waldau, Ulrich Thomsen, Maria Bonnevie, Nikolaj Lie Kaas, Lykke May Andersen.
Género: Drama | Policíaco.
Sala: Bonifaz.Filmoteca de Cantabria. Hasta el domingo.
Entre la intensidad psicológica, el tremendismo y la truculencia argumental el filme de la cineasta danesa Susanne Bier, siempre interesante, sin abandonar nunca la cuerda floja, alcanza su equilibrio en el trabajo interpretativo de sus dos actores protagonistas. En un duelo moral con bebés al fondo, ‘Una segunda oportunidad’ se mueve entre el melodrama retorcido y el intimismo escrupuloso. Hay monotonía tonal y una invitación nada frívola a poner en entredicho los límites del sufrimiento, el precio de la felicidad y el espacio social y sus fronteras éticas cuando las emociones toman el mando. Un filme de decisiones rápidas y morosas situaciones donde cansan algunos primeros planos de ojos y resultan plenas de magnetismo las cadencias sutiles de paisaje y atmósfera, de soledad y desamparo existencial. Bajo la pátina de thriller y la envoltura directa de una situación de cambio de identidades a la directora de ‘Cosas que perdimos en el fuego’ le interesa especialmente la situación límite emocional frente a la intriga, el dolor, que no el esquema políciaco –muy esquemático por otra parte–, y la contención interpretativa pese a la desmesura truculenta de los sucesos encadenados que provocan el melodrama. Rozando el culebrón, estirando la anécdota, regodeándose en el desequilibrio de unos personajes, todos lo que aparecen en pantalla, que viven inmersos en pérdidas, alcohol, necesidad de olvidar y fracasos. La paternidad, el contraste entre la sobriedad de algunos gestos y lo forzado de ciertos giros, mantiene en un extraño juego de tensiones al filme de la directora de ‘Hermanos’ y ‘Te quiero para siempre’. El conflicto moral matizado por el trasfondo criminal no funciona con la naturalidad que persigue Bier pero también permite descansar, modular y relativizar la angustia de una situación extrema pero verosímil, comprensible, asumible. Cuando la cineasta se comporta como una bergmaniana pura, entre miradas y silencios, ‘Una segunda oportunidad’ gana en entereza, en verdad. El resto responde a una fragmentación de estampas algo forzadas de melodrama exprimido, más que pasional, que restan solidez a la apuesta argumental ciertamente arriesgada. El actor Coster-Waldau se pasea por las nubes de la desesperación cuando el filme pierde un tanto su brújula. Es un cine intenso, exponencial de uno de los grandes territorios de nuestro tiempo, la paternidad, pero se echa de menos una reflexión dramática bajo la levedad de tan pesado dilema ético.