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Guillermo Balbona

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Blanca que te quiero blanca

La novia

España. 2015. 95 m. (16). Drama.

Directora: Paula Ortiz.

Intérpretes: Inma Cuesta, Asier Etxeandía, Álex García, Manuela Vellés, Consuelo Trujillo. Salas: Peñacastillo

 

Callar y marchitarse. Dolor de sangre. Las palabras se desbordan y susurran. Al galope, lacerantes y afiladas. Lorca en estado puro. ‘La novia’ es como un puñado de tierra esparcido al aire para dejar que imágenes azarosas interpreten, desnuden, encuentren o simplemente revelen su sitio. Hay tentaciones esteticistas, muchas, y el peligro de caer en la mera ilustración. La entraña del decir lorquiano es tan intensa que es lícito preguntarse qué imagen puede combatir la fuerza de tanta metáfora. Paula Ortiz firma un ejercicio visual intachable, arriesgadísimo, telúrico, también impostado, en ocasiones deslumbrante, aunque nunca se desprende del diseño subrayado. La belleza lorquiana, la del drama y la de la desgarradura por dentro, hace daño. La cineasta se enfrenta a ella con una mirada limpia, un paisaje descarnado y una coreografía donde la música, el verbo musitado y el afán estético conviven y colisionan en armonía, en simetrías y en contrastes. Sobran algunos rizos documentalistas en busca del sudor del caballo, del detalle manierista, del barroquismo. Y, sin embargo, arropada por unos actores excelentes y una complicidad de factores coherentes ‘La novia’ se eleva a través de estas ‘bodas de sangre’ entre el gesto pasional, el baile y las canciones como la intrahistoria febril de un lamento o de una celebración, el vals de contraluces, lo sensorial, el olor invisible de la sangre que se presiente, la textura envolvente de unas sensaciones que miran de frente a Lorca y salen unas veces en abrazo, otras en fuga, y muchas heridas por la fuerza original que rechaza interpretar al poeta. ‘La novia’ es un filme hermoso, valiente, en ocasiones petulante, serio y sobrado. Los puristas hablarán de traiciones y ridículo, otros de falta de respeto y tradición. Pero la directora de ‘De tu ventana a la mía’ sabe lo que quiere, posee la mirada clara y agarra de raíz la tragedia, la violencia terrenal y maternal y ya no la suelta. Inma Cuesta, ojos y dolor en un mismo rostro, interioriza la mujer, el personaje, el estereotipo y el tópico y agita su historia de amor, la maldición y la fatalidad, y deja que la vida y la muerte se derramen por dentro y por fuera. Luisa Gavasa, madre del novio, se lleva consigo como un viento de interpretación, el resto del peso de la tragedia. La belleza es obvia, también su encaje estético, su formalismo. Y ahí la emoción corre peligro de fugarse y quedarse en la imagen solapada y pegada en la poesía. Vence Lorca, se enreda lo lorquiano y el arrebato y el delirio golpean el drama y su potencial. Sobra diseño y falta amargura en la piel. «Porque tú crees que el tiempo cura y que las paredes tapan, y no es verdad, no es verdad».

Temas

cine, critica, la, novia

Guillermo Balbona comenta la actualidad cinematográfica y los estrenos de la semana

Sobre el autor

Bilbao (1962). Licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense. Ser periodista no es una profesión, sino una condición. Y siempre un oficio sobre lo cotidiano. Cambia el formato pero la perspectiva es la misma: contar historias.


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