A veces, el silencio es la peor mentira Miguel de Unamuno
[caption id="attachment_91" align="alignleft" width="638" caption="Mariano Rajoy, sentado en el centro, con María Dolores de Cospedal y Javier Arenas durante la Junta Directiva Nacional del Partido Popular. Reuters / Juan Medina"]
La semana de Pasión del Partido Popular ha terminado con una penitencia de silencio. Lo que eran rumores interesados, ataques subterráneos, movimientos en la oscuridad, desavenencias encendidas, puñaladas traperas, cuentas pendientes, venganzas aplazadas y muchos otros quehaceres de la vida del partido han vuelto a quedar tras el velo del homenaje público a la hipocresía en formato de Junta Directiva Nacional.
María Dolores de Cospedal lo ha vuelto a conseguir. La secretaria general del PP ha logrado una vez más que los movimientos de sus rivales en su contra se apaguen con un acto de ratificación de la unidad partidista. Ya lo consiguió tras su esperpéntica explicación de la retribución del extesorero del PP, Luis Bárcenas, que generó una marejada interna potenciada por las críticas a su incapacidad para gestionar el partido. Entonces el acto se denominó 'Juntos salimos' y acabó como terminan los pecados de un pariente en una familia tradicional: ocultos tras el silencio cómplice por el bien del clan.
En este caso ha sido la contundente derrota del PP en Andalucía la llama que ha provocado la explosión de descontento. El primer asalto fue la designación del candidato andaluz, Juan Manuel Moreno Bonilla, por parte de Javier Arenas, vicesecretario nacional del PP para asuntos territoriales, y respaldado por la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, los dos principales enemigos de Cospedal. El segundo asalto consistió en la propagación interesada de un runrún con amplificación mediática que revertía las culpas de la derrota sobre la secretaria general del PP. Cospedal forzó un tercer asalto: contraatacó y venció provocando la ruidosa tormenta de la enésima crisis interna del partido.
La victoria de Cospedal es transitoria, como las anteriores que ha conseguido la secretaria general del PP. Entre otras cosas porque lo que se está diseñando a base de navajazos y zancadillas es el Partido Popular posRajoy. Las elecciones municipales y autonómicas del próximo 24 de mayo volverán a ser una prueba de fuego para comprobar la consistencia de las costuras de una formación política en decadencia.
En la Junta Directiva Nacional Mariano Rajoy ha vuelto a insistir en la llamada a la conversión y a la corrección. Ante los pecados de avaricia, envidia, soberbia e ira que dominan la vida partidaria, los barones del PP no han optado por un acto de contrición sino por uno de atrición, es decir, no hay arrepentimiento por amor al líder sino por el temor a las consecuencias de la ofensa cometida ante unas elecciones que ya de por sí no prometen buenos resultados en las encuestas.
Y mientras, el preferido por los barones, Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Junta de Galicia, convierte en estrategia la frase de Calderón de la Barca: "Afortunado es el hombre que tiene tiempo para esperar".
La política es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa Marco Aurelio Almazán
[caption id="attachment_86" align="alignleft" width="400" caption="La presidenta del PP de Madrid y candidata a la Alcaldía de la capital, Esperanza Aguirre (d), junto a la candidata a la Presidencia de la Comunidad, Cristina Cifuentes (i). EFE/Juan Carlos Hidalgo"]
La vida le había dado ya motivos bastantes para saber que ninguna derrota era la última
Gabriel García Márquez
[caption id="attachment_76" align="alignleft" width="400" caption="El presidente Mariano Rajoy junto a Juan Manuel Moreno Bonilla durante un acto de campaña. REUTERS/Jon Nazca"]
Mariano Rajoy ha vuelto a tropezar con Andalucía. El Partido Popular ha vuelto a chocar con los andaluces. No es extraño cuando se trata a una comunidad autónoma como una segunda residencia de vacaciones. Hay que volver a explicarle a los estrategas políticos del PP que las elecciones ya no se ganan en las campañas electorales, que en el nuevo tiempo político es necesario una carrera de fondo y más aún cuando el punto de partida es un candidato, Juan Manuel Moreno Bonilla, al que solo conocían un 40% de los ciudadanos y no tenía asiento en el Parlamento andaluz. La presidenta del PSOE-A, Susana Díaz, ha demostrado ser un animal político que ha superado a Rajoy en lo que se supone que es su mayor valor como estratega político: el manejo de los tiempos. Con la excusa falsa de la inestabilidad la líder socialista ha aprovechado la oportunidad de convocar unas elecciones dejando al resto de fuerzas políticas con escasa capacidad de reacción. Ante el envite el PP respondió con la desidia, el prejuicio y la falta de visión que caracterizan hoy al partido de Rajoy. El resultado ha sido medio millón de votos menos y pasar de 50 a 33 diputados autonómicos. Aquí algunas claves de la debacle popular:
Efecto Rajoy. Tras no pisar Andalucía desde que fue proclamado presidente del Gobierno central, Mariano Rajoy participó en seis actos de campaña del PP andaluz, de la nada al todo por un puñado de votos. Ni siquiera se molestó en lanzar alguna de sus nuevas iniciativas legislativas desde Andalucía (bajada de impuestos, eliminación de tasas judiciales, etc). Con una valoración media del 2,24 sobre 10 en el último barómetro del CIS (enero 2015), imagen de un Ejecutivo responsable de unos duros recortes en políticas sociales, especialmente en Educación y Sanidad, y con la sombra de la corrupción de los casos 'Gürtel' o sus SMS al extesorero del PP Luis Bárcenas, la figura de Rajoy ha funcionado como un lastre sobre Juan Manuel Moreno Bonilla.
Efecto 'Milagro Económico'. El presidente Mariano Rajoy se ha empeñado en convencer a los españoles de que la recuperación económica es un hecho. No hay duda de que los datos marcoeconómicos avalan la buena tendencia de las finanzas españolas pero si hay unos ciudadanos que todavía no han apreciados estos vientos de bonanza son los andaluces: Con más de un 33% de desempleo, es difícil vender la recuperación cuando un de cada tres andaluces está en paro. Las políticas de austeridad han sido asumidas como un castigo adicional por la población andaluza.
Efecto 'Albert'. Uno de los grandes errores del PP de Génova ha sido el ataque a Ciudadanos por sus orígenes catalanes. El traspié no solo puso en evidencia el anticatalanismo de los populares y, por ende su extraña política a favor de la unidad de España, sino que también demostró la falta de conocimiento sociológico de lo que significa Cataluña para muchos andaluces. ¿Hay alguna comunidad autónoma en España cuyos ciudadanos tengan más familiares que se llamen Albert, Jordi, Laia, Joana o Jaume? Los populares le dieron un protagonismo extra a una formación que partía con una ínfima infraestructura y que en las elecciones europeas solo 10 meses antes obtuvo algo más de 46.000 votos en esta comunidad autónoma. El resultado: Ya hay alternativa al PP, 9 diputados autonómicos y 369.000 votos.
Efecto Partido Popular. Juan Manuel Moreno Bonilla ha sido un candidato abandonado a su suerte por el partido a pesar de ser el elegido por el dedo de Rajoy. El 11 de febrero de 2014 fue elegido presidente del PP andaluz y candidato a la Presidencia de la Junta, pero lo primero que se encontró en Andalucía fue el rechazo generalizado de las estructuras del PP andaluz que lo veían como una intromisión de Madrid. Tampoco tuvo un apoyo del partido en Madrid, vilipendiado por las huestes de la secretaria general, Dolores de Cospedal, con la que mantenía un enfrentamiento personal y de clanes, ya que se le considera un hombre de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría y Javier Arenas. Solo cuando Susana Díaz dio la sorpresa con el anuncio de elecciones anticipadas Moreno Bonilla contó con un tibio apoyo del PP. Un empujón tardío y con múltiples errores. A pesar de demostrar que ha sido un buen candidato y ganar los dos debates televisados, cuando Moreno Bonilla dio la rueda de prensa tras conocer los pésimos resultados no lo acompañaba nadie del Partido Popular de la calle Génova ni ningún miembro del Gobierno de Rajoy.

