Paco, mi amigo jardinero de Argoños, me ha plantado hace unas semanas, en el pequeño huerto de mi casa, casi una docena de plantas de tomate. Hasta ahora, ese trabajo le había caído a mi padre que, con 90 tacos, aún le da a la azada con soltura. Cuando estuve con él, con Paco, hace unos días, me animó a que además de los frutos rojos que con un poco de sal y aceite de oliva virgen me apasionan, plantase pepinos y pimientos. El jueves me puse manos a la obra y me fui al Marcado de la Esperanza, donde siempre me resuelven los problemas. Allí, haciendo esquina con la puerta de acceso a la zona del pescado, me vendieron cuatro simientes de pepino y cinco de pimiento verde para freír y pagué tan solo dos euros. Las plantas ya están junto a los tomates a la espera de que crezcan y den el fruto esperado. Me dice Paco que para finales de julio. Así que si la cosecha es buena podré darle algún que otro pepino a mis amigos. Me dijo el que me vendió las simientes que por cada planta de pepino se pueden coger hasta diez piezas. De momento hay sol y agua nos les faltan. Ahora, eso, a esperar.