La calle Rubio es uno de mis puntos de encuentro favorito de la capital. Me gusta esta calle, muy céntrica, a pocos metros
de mi casa y del Mercado de la Esperanza que es casi ya como una segunda vivienda y a la que últimamente le dedico menos tiempo del que quisiera. Con la remodelación de esta calle, la ciudad ha ganado y, sobre todo, el Museo y la Biblioteca Menéndez Pelayo. Ahora, por fin, tienen un envoltorio adecuado a su notable importancia.
Pero, además, la calle Rubio se ha convertido en una divertida y acogedora zona de vinos y tapeo. Los bares de toda la vida se vieron favorecidos con la mejora de la travesía y algunos cambiaron de dirección para mejorar lo que ya existía. La peatonalización de la calle ha permitido la instalación de terrazas, abiertas todo el año.
Entrando por Cervantes, en Rubio se encuentra la Bodega Antonio, un restaurante con una rica carta de cocina tradicional y un menú mexicano que día tras día tiene más demanda. Son famosos sus callos y, por supuesto, los platos mexicanos.
Un poco más allá está La Taberna del Herrero, un establecimiento que en cierta medida revolucionó la calle. Ocupó el local que anteriormente fue ‘El Limonar’ y que nunca tuvo el auge de este restaurante de cocina castellano-cántabra al que difícil es encontrar sin gente. Los torreznos, las rabas y las croquetas se venden a paladas. Siguiendo la ruta se llega al Rubio 4, un bar de toda la vida con ricas tapas y raciones. Un gran servicio y un lugar muy interesante para el blanco del mediodía. Al Punto, antes La Rubia, está pasando la biblioteca. Se trata de un establecimiento de raciones y pinchos a buen precio, muy frecuentado por gente de todas las edades. Un buen servicio tras la barra y en las mesas.
La Repanocha es un clásico, ideal para tapear y tomar cañas. Ambiente muy relajado y con clientela muy fiel. Gildas, torreznos y tortillitas de camarón muy recomendables.
El más modernos de la calle es el Restaurante Puente, en la esquina en la que anteriormente estuvo la churrería.
Elegante, con una terraza chill out que invita al disfrute, tiene una cocina con toques innovadores. La barra ofrece buenos pinchos.
Esta es la calle Rubio, en el centro, donde se puede comer y tapear, sin perder aquella esencia del alterne que siempre tuvo la ciudad.