Pedro Sánchez, Antonio Hernando, Patxi López, Elena Valenciano, Abel Caballero, Alfredo Pérez Rubalcaba… El PSOE está echando el resto en la campaña de Cantabria con dirigentes nacionales de máximo rango y predicamento, con la movilización total de sus aparatos del partido, del Gobierno regional y de los ayuntamientos, y con el respaldo solidario de los socios regionalistas. Es la urgencia de dar la vuelta a los sondeos que pronostican uno tras otro la nueva victoria del PP –los socialistas ya la tienen descontada en la práctica– y el ‘sorpasso’ de Unidos Podemos. Por lo menos, mantener a Sánchez como segundo en el escalafón para que pueda acreditar alguna consistencia como aspirante a La Moncloa después de la cita del 26 de junio.
Pérez Rubalcaba nunca defrauda en los actos electorales, mucho menos en Cantabria y en su calidad de militante en activo de la Agrupación de Solares-Medio Cudeyo, su municipio natal. Un orador escogido para un mitin estratégico: Castro Urdiales, donde Podemos consiguió el 20-D una victoria histórica y donde un grupo cercano en lo ideológico, Castro Verde, ganó con similar autoridad las municipales de 2015 y gobierna, precisamente con el apoyo del PSOE. Ahora se trata de disputarle los votos a brazo partido. No será muy fácil.
Rubalcaba criticó con dureza a Rajoy, pero como es su costumbre, mucho más a Pablo Iglesias, al que dibujó como el profesor ignorante o taimado, o las dos cosas, que prefiere el poder a los ciudadanos y que tiene como primer objetivo fulminar al PSOE. El histórico dirigente socialista aseguró a la militancia enardecida –más gente madura que jóvenes– que frente a la interesada polarización de las elecciones entre Mariano y Pablo, está la buena opción de Pedro. Lo que no dijo es que lo que debe hacer Sánchez, o sea, lo que conviene al PSOE, si al final tiene que elegir entre uno u otro. Eso queda para el día después del 26-J.