El Parlamento de Cantabria ha abordado hace unos días la reducción de miembros de los órganos directivos de Caja Cantabria, debido a que su integración en Liberbank no necesita tanto aparato. El PSOE proponía menguar drásticamente la Asamblea de 100 miembros, la Comisión de Control y el Consejo de Administración, pero finalmente el Gobierno recomendará a la entidad que la Asamblea se quede en 50 miembros y elimine la Comisión de Control.
A mí me parece que unos y otros se quedan cortos. En realidad, la representación cántabra en Liberbank no sirve para nada, como no sea para que sus miembros hagan un poco de currículum y cobren las dietas. La Caja tiene un pequeño aunque no despreciable 14% del capital de Liberbank, pero no pinta nada.
Se constata todos los días y muy visiblemente en el asunto de las preferentes. El banco desoye el clamor de los afectados que, tendrán o no razón -acabamos de conocer una sentencia pionera que les ampara-, pero en todo caso son clientes y merecen ser atendidos. Y de paso ningunea de forma hasta grosera al presidente de Cantabria en su intento de mediar en el problema. El presidente de Liberbank, el asturiano Menéndez, ha rechazado reunirse con el jefe del Ejecutivo cántabro. Otro consejero del banco, Rivero, ha dejado caer con displicencia: ‘Si quiere algo (Ignacio Diego), que me llame’
Eso por no hablar del cierre del grifo del crédito a los empresarios, autónomos y clientes en general de Cantabria, justamente cuando más lo necesitan para enfrentar la crisis. Los ejecutivos de la región no tienen ningún poder de decisión, que ha sido trasladado a las sedes de Madrid o Asturias.
Le hemos oído decir al presidente que la sensibilidad del Gobierno de Cantabria con Liberbank va a cambiar si la entidad persiste en esta actitud de menosprecio. Ya está tardando. Y nosotros también. Si Liberbank nos aplica el reglamento, si Cantabria es una plaza igual que otra cualquiera, pues igual también nosotros debemos aplicar el reglamento como lo hacemos con cualquier otra entidad foránea, descontando en nuestras operaciones el hábito y el componente afectivo cimentados a lo largo de 115 años de historia de los cántabros con su Caja. Como en la feria: la vaca por lo que vale.